viernes, 7 de diciembre de 2012

26 años

 Dicen que los acontecimientos de la vida están relacionados los unos con los otros y todo pasa por alguna razón, que con el tiempo descubrirás y seguramente, aplaudirás. Todo tiene un sentido, en la mayor parte de los casos positivo, aunque sus primeras acciones puedan resultarte tan dolorosas como un puñetazo en el ojo. Al final todo sale como tiene que salir, todo te ayuda a aprender, a resurgir y a crecer internamente para lograr la verdadera felicidad y el descubrimiento de tu propia esencia, lo cual, al fin y al cabo es una de las cosas más importantes de esta, nuestra vida.

Ya no tengo coche, ni casa en la playa, mi Mac de hace nueve años ha pasado ha ser un “modelo vintage estropeado sin solución”, ahora soy yo la que cada mes tiene que dar una pequeña contribución a mis padres para los gastos, además ya no hay chica que limpia la casa, todos nos manchamos las manos.
Uno de los pocos elementos tecnológicos que tengo es un Ipod del año 2004, no suelo llevar reloj, ni anillos, ni pulseras, ni pendientes, he dejado de salir de fiesta todos los fines de semana, ya no voy a los clubs de moda, ni fumo habitualmente, tengo la cabeza y el cuerpo limpios pero no porque me pase horas en el gimnasio.
Casi todo lo que ahorro es para proyectos de futuro y para irme a vivir a otros lugares. He dejado de comprar revistas de moda machistas que crean complejos inexistentes en mujeres reales cargadas de manufacturaros complejos.
No veo la tele, me corto el pelo yo y jamás me han hecho la manicura. Eso sí, con la comida no escatimo.

A primera vista, esta situación puede parecer un drama para muchas personas que miran y tocan con los ojos. Para mí es uno de los momentos más felices para mi persona, que me está abriendo los ojos, haciendo que crezca y convirtiéndome en un ser humilde, alegre y positivo, dejando de lado preocupaciones ridículas, absurdas y opulentas y haciéndome una persona más fuerte, luchadora y amorosa.
Una vez fui capaz incluso de robar un billete a un familiar y eso no se olvida jamás. Con el tiempo te das cuenta de que el dinero tiene que ganárselo uno mismo y sobre todo, de que hay cosas que no se pueden comprar.

Ahora uso el transporte público, con lo que no contamino, ni me como horribles atascos de horas, o voy en bici e incluso andando, con lo que moldeo mis piernas y mi trasero, y por supuesto, ejercito mi corazón.
Ya no pierdo el tiempo gastando horas y horas delante del ordenador ni pensando qué modelito ponerme, o qué pensarán los demás, dedico mi tiempo a las personas que me rodean, ver crecer a una sobrina día a día es uno de los mejores regalos del mundo.

Consumo mucho tiempo en los libros y esto junto con la escritura me produce un placer indescriptible que solo unos cuantos agraciados conocemos.
Me siento bien cuando no tengo que pedir ni un euro a mis padres, me siento grande, ¡soy autosuficiente y puedo sobrevivir por mi sola!, cuando salgo a la calle ya no tengo que preocuparme con que me roben o llorar porque he perdido mi móvil o mi reproductor de mi mp3. Ahora tengo 3 cosas y esas tres cosas las cuido con mesura. Aunque al fin y al cabo, solo son eso, cosas.

Un vez por semana toca limpieza general, con un poquito de música, mi pareja y yo limpiamos potentemente nuestros aposentos rodeados de bailes y exóticos movimientos palo de fregona en mano. Nos divertimos, no protestamos, no nos quejamos, solo vivimos con una sonrisa en la boca dando gracias por todo lo que hemos logrado juntos y separados.

Ahora sé las cosas que tengo en el armario, me he dado cuenta de que no merece la pena guardar la ropa de cuando tenía 15 años y que es mejor dársela a otra gente que la necesita más que yo, he dejado esa antigua manía de los recuerdos y las reliquias. Eso me hace sentir bien.
Ya no gasto mis viernes, sábados y domingos (e incluso a veces lunes) en ir de fiesta, en beber, fumar y salir a hacer el capullo a discotecas de precios abusivos, que se aprovechan de los más jóvenes y a estar rodeada de gente, en su mayor parte, superficial que lo único que sabe hacer y que se les da bien es eso mismo, salir de fiesta. (Eso sí, el día que salgo , me pongo hasta nerviosa y salgo por todo lo alto.)
Ya no voy a buscar al tío más bueno del garito, lo tengo en mi cama todas las noches.
Ahora me levanto pronto, me voy con él  o mis 4 mejores amigos a divertirnos al campo, a descubrir nuevos sitios del barrio, a perdernos y reírnos, a hablar con la gente, a ver una peli, a cocinar, a clases de yoga o a crear un programa de televisión que pueda ayudar a los demás.

He desarrollado mi creatividad y me he convertido en “cosas” que nunca pensé que sería: profe de inglés infantil, coordinadora de protocolo, monitora de ocio y tiempo libre, extra en películas y videos, doble en una peli de Almodóvar, camarera e incluso presentadora de un programa (y lo que queda…con ganas, ¡una aprende de todo! Y cuanto más aprendes, más te vales). Y cuando te hacen un regalo, las sonrisas no llegan a abarcar toda la cara, se salen de ella.

He conocido a gente agradable y no tan agradable de distintos ámbitos y me he dado cuenta de una cosa tangible por mis propias manos: en España no tienen ni puta idea de organizar nada, todo va a dedo y quien no es un chorizo es un explotador.  Crecer y conocer son mis fines.

Ahora disfruto el doble de los viajes. Es un verdadero regocijo gastar tu esfuerzo invertido en el trabajo en el puro placer. Pero no me refiero a los hoteles de 5 estrellas o a los restaurantes de comida cara (y mala, en algunas ocasiones y lo sé por haber trabajado en sitios muy caros en apariencia y muy pobres en presencia). No. Me refiero a coger una mochila y recorrer a pie las ciudades y las playas, a conocer gente, a disfrutar de un atardecer o de un amanecer en otro lugar, como si fuera el último de tu vida. A mi me gusta ser viajero, no turista, pasarme en tirada en la toalla cuatro horas seguidas todos los días me aburre. A las “comodidades” contrarias a la palabra “básica”, que si se usan a diario ( q no digo yo que de vez en cuando un jacuzzi sienta de lujo…) le llamo yo opulencia y esto, según la RAE significa : “Abundancia o riqueza excesiva de bienes, exceso de cualquier cosa.”Significa eso y todo lo que la palabra conlleva en un momento de crisis económica mundial. La moral, cada uno la tiene donde quiere. Pero muchos deberían de cagarla. La opulencia gratuita no da envidia, da asco. Las falsas comodidades para mi son como el chiste de “¿Cuál es el colmo de un vago? Hacerse una liposucción para no tener que hacer ejercicio”.

He vivido en distintos lugares de Europa y he conocido a gente incluso de Trinidad y Tobago (sí, esas islas semidesconocidas del caribe), he aprendido a lidiar con compañeros de piso con problemas psiquiátricos, con chicos iguales o peores y he aprendido a arreglar tuberías del baño que estallan en el momento más inesperado. Me gusta hablar con la gente, hablar inglés, francés, español e incluso alemán y conocer las palabras básicas del holandés o el portugués. Me gustan los idiomas, me gustan las diferentes culturas. He besado a hombres y mujeres, he amado y he odiado, me han querido y no me han olvidado, la suerte me ha acompañado y otras veces he tenido yo que ir a buscarla, pero ante todo, no culpo al destino, pues esa sería la excusa más barata.

Por supuesto no pago por ir al gimnasio, hago jogging y boxeo con mi pareja, él me enseña, yo aprendo. Yo le enseño Pilates, él aprende algo nuevo. Mi cuerpo se mantiene en forma y mi cabeza también…¿te aburres?¡Pues vamos a pelear! He descubierto que el deporte es algo necesario para todo ser humano y no lo pienso separar de mi vida.

Adoro dormir todas las noches abrazada a él, me encanta una conversación en la bañera con una copa de vino o un paseo por la Gran Vía o bailar en pelotas cualquier tema de música electrónica.
Vernos todas las noches una película, me ha hecho comprender y conocer el cine, pues en año y medio más de 400 films es una buena lista.
Mis regalos favoritos son los libros y los besos y abrazos. He aprendido tres idiomas. Veo, observo, leo, aprendo, escucho y pienso. Sobre todo, pienso.

He dejado de lado la envidia, pues estoy feliz conmigo misma aunque me falten todas las extremidades de mi cuerpo o deje de usar la talla 36. Y sobre todo, he llegado a comprender que la felicidad entera y completa no existe y que el dolor y las desavenencias son absolutamente necesarias en la vida. Todo consiste en buscarse, en encontrarse. Eso sí, solo tú mismo puedes manejar tu calma interior, eliminar tus iras, tus rabias, tus celos, tus ganas de joder a los demás. Limpia toda la contaminación que llevas dentro y verás la luz del día con otros ojos.

¡Y que me quiten lo “bailao”!…con tan solo ocho años viajé a Nueva York, Florida y Orlando y me monté en todas las atracciones de todos los increíbles parques temáticos que allí visitamos. ¡El sueño de toda niña!Italia, París, Inglaterra, Andorra, España, Portugal, Egipto, Marrakech, Hungría, Cuba…. Quedarán perennes en mi memoria, aparte de por el disfrute porque todo esto no es gratuito y deberá tener una recompensa a las personas que hicieron posibles todas estas aventuras. Gracias a papa y mama, a los cuales agradezco de todo corazón el haberme dado cada cosa en su momento y más que nada en quitármelo todo cuando empecé a tener la posibilidad de obtenerlo por mi misma. Gracias por la educación, el buen gusto y sobre todo el buen humor ante lo blanco y también ante lo negro. Gracias por ayudarme a hacerme como soy, eso sí, siempre en versión mejorada.

Y si esto no es vida, contadme lo que es, porque en mi cabeza no cabe nada mejor que lo que ya he conseguido a mis 25 milésimos años (ya 26). Y, por supuesto, no dejemos de tener sueños, de aprender, de movernos y de disfrutar todo lo que merecidamente está por llegar. Busquemos lo que queremos encontrar y estemos donde queremos estar y sobre todo seamos. Algo, pero seamos.

Así que…¡dejad de quejaros, dejad de llorar, analizaros, estaros solos 24horas con vosotros mismos, no os tengáis miedo ni tampoco temáis a la soledad y empezad a apreciar todo lo que tenéis, que es más de lo que pensáis! Tan solo mirar un poco dentro de vosotros, sí, ahí, en ese gran espacio que hay entre tu corazón y tu cerebro.

Visitas