¿Acaso te pedí que me sacaras del campo oscuro que poblaba
mi cabeza? Jamás insistí en pasear por otros lares más brillantes. Ya sabes pienso
que eso de “ser feliz” más que un estado es una actitud.
¿De verdad creías que
el alma es una forma de pureza? No creo que se represente de esa manera en las
personas como yo tú y como yo. No me imagino un cuento de hadas y sí puedo
visualizar un terreno pedregoso, húmedo, sin luz plagado de ideas misteriosas, oscuras,
que deambulan formando ese ente llamado alma.
Pero no me disgusta, no me
frustra el no poder sacarme de la cabeza esas ideas que se contradicen con el
deseo que se mueve entre el líquido de mis venas.
No eran suficientes 2000 estrellas fugaces para satisfacer
mis deseos insatisfechos consigo mismos, pues ni siquiera se creían reales
danzando entre la cuerda floja que de un lado engancha el alma de una chica
como tú y de otro el mundo de las tinieblas al que me someto.
Siempre busqué un atardecer aún mejor, mucho mejor que el
que vislumbra el final de un día de verano en el que el cielo anaranjado se
despide con ráfagas románticas de tonalidades rosas y de nubes que casi forman
corazones enteros en el cielo.