domingo, 3 de agosto de 2014

Un hombre insatisfecho

¿Acaso te pedí que me sacaras del campo oscuro que poblaba mi cabeza? Jamás insistí en pasear por otros lares más brillantes. Ya sabes pienso que eso de “ser feliz” más que un estado es una actitud.

 ¿De verdad creías que el alma es una forma de pureza? No creo que se represente de esa manera en las personas como yo tú y como yo. No me imagino un cuento de hadas y sí puedo visualizar un terreno pedregoso, húmedo, sin luz plagado de ideas misteriosas, oscuras, que deambulan formando ese ente llamado alma. 

Pero no me disgusta, no me frustra el no poder sacarme de la cabeza esas ideas que se contradicen con el deseo que se mueve entre el líquido de mis venas.

No eran suficientes 2000 estrellas fugaces para satisfacer mis deseos insatisfechos consigo mismos, pues ni siquiera se creían reales danzando entre la cuerda floja que de un lado engancha el alma de una chica como tú y de otro el mundo de las tinieblas al que me someto.

Siempre busqué un atardecer aún mejor, mucho mejor que el que vislumbra el final de un día de verano en el que el cielo anaranjado se despide con ráfagas románticas de tonalidades rosas y de nubes que casi forman corazones enteros en el cielo.


Pero esos atardeceres ni siquiera existen a miles de kilómetros de aquí, quizás en el espacio exterior logre encontrarlos y entonces tu presencia será tan necesaria como lo es cada día el amanecer.


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