jueves, 24 de noviembre de 2016

El recuerdo es una sombra del olvido


Entonces me dijiste que no era el tipo de mujer con la que te gustaría estar, que no encajábamos, que éramos muy diferentes, que sería imposible una relación juntos... y quince años después sigo pensando en aquellas palabras, que no se si las dijiste tratando de ocultar otra verdad, si fue por despecho o si realmente así lo sentías. Pero ahora ya es tarde, tú no estás y yo hace tiempo que también me fui.

 La verdad es relativa, así como el tiempo. Mi cabello, que no he cortado desde entonces, sigue oliendo a ti, aún paso mis manos entre los pelos acariciando mi cabeza con la misma delicadeza con la que lo hacías tú. Sigo mirando tu lado de la cama y recordando todas las canciones que te mostraba y que tú siempre criticabas, pero que también sé perfectamente que, aunque no lo reconocieras, te agradaban e incluso luego las mostrabas a tus amigos como si hubieran sido un descubrimiento tuyo. Siempre ha habido muchas cosas que tú no sabes que sé.


El recuerdo es una sombra del olvido que me forcé por mantener dentro de mi cabeza. Y a base de forzar el olvido logré tenerte cada vez más presente. Ya no me importa que te pasees por mi cabeza como si nada, ya no me esfuerzo en echarme la culpa a mí de todo lo que pasó. Y aquí, sentada en frente de tu tumba, solo deseo que estés donde estés, sigas acordándote de la chistosa que te deseó, te quiso y te odió.

domingo, 17 de enero de 2016

Un humano

Durante meses estuve fijándome en la matrícula de todos los Ford fiesta que veía por la ciudad. Incluso, una vez, en un viaje a Roma, estuve a punto de saltar por la ventana del coche creyendo haber visto el dichoso Ford fiesta negro matrícula 1448DVS. Aunque fuera materialmente imposible que él estuviera conduciendo por Roma siempre tenía un trocito de esperanza que me hacía sacar la cabeza por la ventana y descuajaringarme el cuello para comprobar, entre arcadas nerviosas, cómo me estaba equivocando de coche y más aún de persona. Kike odiaba viajar.
Cuando nos conocimos, yo siempre le vacilaba diciendo que la DVS significaba: ¿Donde Vas tú Solo?  Y ahora lo recuerdo y me río dictando la obviedad: Kike siempre iba solo a todos los lados. Incluso al cine. Decía que no le gustaban los humanos y que necesitaba bastante tiempo del día para descansar completamente en paz. A veces era un arisco insustancial y otras incluso podía ser un hijo de puta impertinente. Pero quizás eso era lo que le hacía ser tan especial, diferente al resto de hijos de puta impertinentes con los que me he ido topando a lo largo del camino.

Tras esa apariencia de persona huraña todos sabemos que Kike tenía una faceta interna mucho más tierna y humana. Era un hombre que a solas lloraba por la gratitud de estar vivo y completamente sano. Lloraba por los muertos en los atentados, en las guerras, por los fallecidos en los accidentes de tráfico. Derramaba millones de lágrimas cuestionándose el por qué de tanta maldad y maldiciendo al miedo de lo inesperado, de lo fatuo, de lo que le estaba por llegar y no conocía. Lloraba por todas y cada una de nuestras almas y rogaba la huida del miedo y la rabia que le impregnaban las venas cada vez que ponía el telediario. Kike era eso, un humano hijo de puta.

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