lunes, 3 de mayo de 2021

El vidente

No había pegado ojo. Las fuertes tormentas no pararon durante toda la noche y ahora sentía una especie de resaca torrencial. Salí de la cama sin ganas. El calentador se tomó el día libre y, para despertarme, tuve que ducharme con un chorrito de agua gélida. De camino al trabajo se me paró el coche en mitad de la autopista. Cojonudo, ¿algo más? El día, como esperado, siguió siendo una mierda. Estaba deseando que terminara y volver a la cama, pero antes me acerqué a hacer unas compras. Cuando estaba llegando a la puerta del super, se me acerco un chico muy alto, delgado y con mirada de pocos amigos con algo en las manos haciendo afán de entrega. Una tarjeta publicitaria. Menos mal. Pensé que quería venderme alguna droga o peor aún, que llevaba una navaja para clavármela y robarme lo poco que llevaba. Muchos pensarán que son prejuicios, pero últimamente no me iba muy bien en general, con lo que ante cualquier hecho particular dudaba y mi mente siempre acababa llevándome al lado oscuro.

En la tarjeta ponía: “PROFESOR KUNTA, GRAN VIDENTE. Adelántate al futuro y déjame guiarte a las decisiones adecuadas. Despréndete del pasado de tus ancestros y encuéntrate a ti mismo. Resultados garantizados al 100%”. Me lo guardé en el bolsillo. En mi defensa, debo decir que en ningún momento y bajo ningún concepto, se me pasó por la cabeza utilizar estos “servicios” de dudosa índole, pero sí que me tomé esta entrega como una señal.

Durante esa noche, sumido en una nube de humo de peleas entre mis pensamientos y mi alma y de intentar poner orden a todo el embrollo que se paseaba por mi cabeza, abordé el tema de la herencia familiar. “Despréndete de tus ancestros y encuéntrate a ti misma” - volví a leer en la tarjeta.

A base de revolver ideas, experiencias y sentimientos me di cuenta de que muchas veces las personas, dentro de nuestra nube mental heredada y de nuestro contexto social y experiencial, tendemos a seguir el ejemplo de nuestros ascendientes, padres y abuelos. “Admiro a mi padre, quiero ser como él.”, “mi familia es grande, yo también quiero una familia grande”, “mi madre fue madre joven, yo también quiero serlo”, “mis padres quieren que la estirpe familiar continúe, así que así lo haremos”, “a mi hijo le voy a poner el nombre de su padre y del padre de su padre y del padre del padre de su padre porque es tradición familiar” …

 Y de repente, me di cuenta de que todo en la vida, en tu vida, gira alrededor de una pregunta muy sencilla que muchas veces olvidamos formular. Entonces pregunté: ¿y tú? ¿Qué es lo que verdaderamente quieres tú como persona individual? Entonces ocurrió algo mágico, me liberé, de todo lo que me rodeaba, de la herencia de los traumas vividos por mis antepasados, de un pasado que ni conozco pero que subconscientemente está ahí, de todo lo que tenía metido en la cabeza a base de pico y pala, y ocurrió un milagro: fui yo mismo, sané y aprendí a elegir. Cogí la tarjeta del profesor Kunta y la tiré a la basura. Los videntes no existen, son los padres.

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