jueves, 29 de noviembre de 2012

Una novela abierta



La cantidad de tonalidades de colores y de especies marinas que existen puede equipararse a las distintas visiones que hay sobre un mismo tema. Es incomprensible para cualquiera de nosotros que lo que uno ve blanco el otro lo vea cien por cien negro. Y ante esta incapacidad de comprensión comienzan los problemas maritales.

No puedo llegar a entender como V tenía esa absurda y egocéntrica visión de la crueldad de nuestra relación. Es tan absurdo como que Rajoy siga diciendo que él ha hecho en el poder todo lo que ha podido para solucionar la crisis y de la mejor manera posible. Como dicen los ingleses: “bullshits”.
 El día que nos conocimos compramos un libro con las páginas en blanco para que fuéramos nosotros mismos los que escribiéramos nuestra novela. El género buscado era el de "historia de amor", pero poco a poco, con el paso de los meses, las letras se fueron acomodando creando palabras que bien podían definir al libro como “una historia dramática”.

Me acuerdo de los primeros días, de la pasión que había entre nosotros y de la intriga y  el misterio que me desprendía. Él me resultaba atractivo y con un interior cargado de sentimientos y actividad, de positividad y acción, de lucha, de alegrías y sonrisas. Miraba sus fotos, su pelo negro, sus ojos azúl claro..jamás había tenido a semejante ángel cogiéndome de la mano y haciéndome el amor. 
En cada imagen de sus viajes, que observaba con todo detalle, le imaginaba a la perfección (subjetiva) y creaba su comportamiento en aquellas fiestas y lugares paradisiacos. Y, maliciosamente, me celaba al imaginar que otras le tocaban y que él también lo hacía con ellas. Me daba envidia que hubieran compartido esos momentos contigo. Afortunadas. 

Yo me llevé lo peor. Fui observadora de una transformación absoluta en su ser. Pasó de ser el chico 10 al maldito demonio mentiroso que me odió.¿Qué le paso? Comenzó a transformarse en un niño desagradable y lleno de manías incurables.

Me gustaba ver sus fotos con coleta, sus caritas de payaso. Alababa sus consejos a cerca de la búsqueda de la felicidad y de los planes de futuro en los que yo aparecía cogida de su mano. Era un estado maravilloso del cual tengo que forzarme a olvidar y salir de ahí, convertirme en un agujero negro que todo lo traga, sin regurgitaciones ni vómitos, sin vueltras atrás, plano, vacío. Debo evitar recordarlo para no hacerme daño, ni a mi, ni a los recuerdos. 

Desafortunadamente, le idealicé y si volviera a ser la persona que conocí aquel 1 de junio compartiría mi vida con él hasta que llegara el final de ese libro en blanco que llenamos de tachones y arañazos convirtiéndolo en una historia sin término, en una novela de esas que dicen “abiertas al lector a todo tipo de elucubraciones acerca de su final y del significado de los acontecimientos”. Acontecimientos que están por llegar.




lunes, 19 de noviembre de 2012

Culpables

  Un acusación es la atribución a una persona de un delito, una culpa o una falta.
Parte de las veces en las que se acusa a alguien de algo se realizan con conocimiento de causa y pruebas eficaces, la mayor parte de las veces sin ellas.

Cuando tenía diecinueve años y me disponía a salir del baño, tuve la mala suerte de aparecer tocándome la nariz (tiendo a los catarros y a los mocos) y una tía mía, a la que quiero y aprecio se cruzó en ese mismo instante conmigo y me acusó de estar metiéndome cocaína, cuando en ese momento lo único que salía de mi nariz eran mocos y mi entrada era completamente vírgen. Acto seguido, tras intentar explicar la verdad, (que estaba haciendo pis y que me picaba la nariz porque sí) me eché a llorar de impotencia.
Las cosas duelen cuando no son reales y el resto se empeña en demostrarlas como ciertas. Vale que ya fumaba mis porritos o salía de fiesta con mis primas, como cualquier persona en su primeriza juventud,  pero de ahí a esnifar hay un gran trecho.

Siempre recordaré el sentimiento de eso momento, cuando harta de rabia ves que no te creen, están convencidos de que mientes y pasas a ser “la yonki de la familia”.

Creo en el poder de la verdad, las evidencias hay que aceptarlas, como acto de cortesía con uno mismo. Por eso aquella vez que, por ciertas circunstancias, tuve la desfachatez y la poca vergüenza de tomar prestado, sin consentimiento, es decir, de robar 50 euros a una persona que quiero, lo asumí, pedí perdón, me arrepentí, me avergoncé por el resto de mi vida y me fustigué cual político corrupto en otro mundo distinto a este. Asume tus errores y gana en sabiduría.

Hoy me he despertado con el titular periodístico de que tres policías declaran al juez que no existía seguridad en el Madrid Arena.
La verdad es que lo ocurrido el día de Halloween en Madrid está remordiéndome los intestinos, no solo por la gravedad y la tristeza de lo ocurrido, también por el desarrollo de los posteriores hechos relacionados con la culpabilidad del accidente.

Hay una serie de pruebas infalsificables que demuestran que hubo fallos en cuanto al sobrepaso del aforo, también a la falta de controles y de seguridad del recinto en general y de la fiesta en particular.
Desde las primeras horas del fatídico 31 de octubre estamos viendo los videos grabados por los asistentes en los que se ve claramente que esa fiesta era un desmadre (como cualquier otra macrofiesta), que había gente hasta tirando bengalas y que la sala principal del lugar, la cual albergo 3000 y pico personas coge ese “y pico” y lo transforma en más de mil. Escuchamos los testimonios de personas que presenciaron esa noche y aseguran que nadie les revisó los bolsos ni apenas las entradas y vemos a jóvenes comentando que fue la peor noche de sus vidad.
 Y ante estos hechos tangibles, visibles y creíbles, señores con intereses absolutamente materiales, nos dicen que todo era correcto, que en ningún momento se sobrepasó el aforo de la entrada y que a todo el mundo se le pidió su ticket y se le realizó el debido control de entrada. Creo que toman a millones de personas por tontas, por ciegas, por sordas y un largo etcétera sobrante.

Se está empezando a acusar a los responsables de mentir desde el primer momento en que tienen la urgencia de darnos unos datos no comprobados siquiera por ellos mismos.
Y…¿Alguien ha visto al encargado del evento llorando y quitándose su culpa? ¿Se fustiga Ana Botella por intentar ocultar una verdad (o un montón en su caso..) y que la descubrieran con las manos en la masa? ¿Ha aparecido algún miembro de seguridad de los que trabajaban esa noche en ese recinto mostrando su formación o su sueldo y asumiendo la veracidad de los hechos?
¿Acaso no tiene la poca vergüenza el señor Rajoy en decir que lo peor de la crisis ya ha pasado y estamos avanzando?

Las acusaciones verdaderas hay que defenderlas con moralidad y las falsas con actos y pruebas, con sudor y lágrimas. Pero en este país la palabra moral no existe y las gotas de sudor de las frentes de los trabajadores se las esnifan los que tienen el poder más asqueroso que existe: el dinero.




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