Anoche tuve un sueño bastante inquieto, no tanto en el acto
que se produce al dormir como en el sustantivo que lo atestigua. Me desperté
asustada de un golpe, mis ojos se abrieron y la oscuridad les
asoló. En ese mismo instante noté que estaba sudada y la primera reacción que tuve tras sentir la
brillante realidad de la nocturnidad en una habitación, me volví de espaldas
buscando el calor de la trasera de mi amor y empecé a recordar.
En el sueño yo estaba en mi casa de veraneo, con una amiga a
la cual no reconozco como tal, ni siquiera le pongo cara, pero siento que era
amiga. Sí, lo noto, era una buena colega. Es algo que no se puede explicar con
palabras, así que no voy a intentar compararlo con nada más, pues serían letras
echadas al aire.
En el sueño, la luz era tenue, de interior noche y mi amiga
y yo nos disponíamos a irnos a la cama, (repito, mi amiga, no me gusta
acostarme con amigas, ni siquiera en sueños). En ese momento, en un punto en el techo apareció una
especie de verruga colgante.
Era T, una chica por la que sentía mucho, ¿cómo decirlo?
Repugnancia y algo un poco más suave que el odio. Era ella, pero no la veía,
pues jugaba el papel de un espíritu malvado que venía a joderme la noche y a no
dejarme dormir representado como una verruga estalactita pegajosa pegada al
techo. Sí, se que suena raro, pero los sueños son así, y si no, solo hay que
ver algún cuadro o entrevista al maestro de los sueños, Dalí. Al momento
comenzaban a aparecer más verrugas y mi amiga se sentía preocupada. Los cajones
de la mesa se abrían y se cerraban, las cosas se movían violentamente y pasaban
cosas del tipo “película de terror para adolescentes asustadizos”. Harta ya de
tanto mamoneo, cogí a mi amiga y fuimos a ver qué eran esos ruidos tan extraños
que provenían de la cocina…"¿qué estará haciendo ahora T?"- Me preguntaba yo
silenciosamente con auténtico interés. Abrimos la puerta de la cocina y en la
lumbre había una bandeja de patatas fritas asándose en el aceite ardiente y al
lado una docena de huevo aún cerrados. Mi amiga dijo: Bueno hija, si al menos
nos hace la cena pues genial ¿no? No había resignación posible. Yo asumí con la
cabeza. Ahora no paro e intentar buscar un significado subconsciente a lo de
los huevos y las patatas….
Volví a la habitación y T empezaba a comportarse ya como en
una peli de terror de las buenas, para adultos, las no recomendadas bajo
ninguna circunstancia para menores de dieciocho años. Empecé a sentir miedo y
desesperación y le preguntaba por qué me estaba haciendo esto y ella no tenía
respuesta, solo sonreía como queriendo decir: soy mala y solo lo hago por
joder, porque me da la gana. Y ahí, con el miedo metido entre los huesos y el
sudor me desperté sobresaltada, y con perdón, acojonada y preguntándome : ¿qué pasaría si
todos los seres humanos de la Tierra saltaran en el mismo momento, a la misma
hora?