sábado, 2 de febrero de 2013

Pues así.


Soy Alba, una chica, o mejor dicho, una mujer de 26 años. No se lo que quiero, pero sí que se lo que no quiero. En los tiempos que nos rodean con su halo de frustración, conseguir saber algo es un gran logro.
 No quiero pasarme la vida en un trabajo de mierda, con una hipoteca, un coche, un televisor y los fines de semana en centros comerciales. No quiero que se aprovechen de mi ni perder el tiempo rodeada de gente que tras cruzar la esquina habla acerca de tu persona hasta que notas que te estallan los oídos. No quiero vivir siempre en el mismo sitio ni comer siempre lo mismo. No quiero terminar vendiendo mi cuerpo en cualquier esquina, o en cualquier despacho de alguna productora audiovisual por conseguir el pan de cada día. Y mira, diciendo esto acaba de pasarse por mi corazón algo que si quiero, que se me respete, a mi persona y sobre todo a mi trabajo, que se me valore por lo que soy y he conseguido en estos años y sobre todo que pueda sacar todo lo que llevo dentro, que me dejen expresarme creativa y sentimentalmente, que mis ideas puedan fluir por el aire y materializarse y cobrar vida y celebrarlo con champán (que no me gusta , pero siempre queda chic en una celebración).
Muchas veces lo que quieres es tan obvio que te olvidas de ello.  Otras tantas lo que tienes es lo que en un tiempo quisiste y ya no aprecias ni solemnizas. Así somos los seres humanos, tontos, en general, idiotas en particular.

Me gusta mucho comer, me llevo bien con mi cuerpo y no me engorda ni con cuatro kilos de tortitas con nata y chocolate. Cocinar es un placer manual que conecta con el orgasmo cerebral en el momento en el que tu creación roza el paladar y ese sabor específico en el que tú has tenido bastante que ver se diluye a través de tus papilas gustativas, tus dientes sienten el tacto y la lengua saborea con gusto demostrándolo y agradeciéndolo con un eructo final.
Soy una persona cambiante, no tengo paciencia para las cosas largas, pero me he propuesto ganarla escribiendo un libro que todavía no he comenzado más que en mis deseos internos. También tengo la intención de correr una maratón a final de año, así que en este caso, más que paciencia lo que tengo que ganar es voluntad (y mucha) para salir a correr todos lo días en pleno invierno madrileño a -1 grado de temperatura (podría ser peor, siempre todo podría ser mucho peor).

A veces pienso en la muerte y en la desaparición, entonces me aterro, paralizo y bloqueo completamente mi cerebro. Me siento perdida y asustada, aunque la teoría budista de la reencarnación me ayuda a sobrellevar estos sustos repentinos con los que me azota la vida. Pero..¿es natural no? Tengo que aceptar que la muerte sin vida no es muerte y al contrario. Y que todo sirve para algo. Ese es mi lema: si algo pasa ha sido porque tiene que pasar. Es una especie de justificación cósmica ante las hecatombes del día a día.

Por lo general suelo ser alegre y social, aunque en el fondo me apasiona la soledad. Me gusta pensar, me gusta tener momentos para mi solita, para aterrarme con malos pensamientos o babear con ensoñaciones caribeñas y soleadas.

¿Y qué más decir de mi? Puedo finalizar diciendo que soy muy circular, muy cambiante, ahora arriba, ahora abajo, ahora vuelvo, ahora me alejo. Pero supongo que todos los seres humanos tenemos un poquito de esto, pues los ciclos de la vida son circulares y nosotros estamos metidos en ello cual hámsters en una de esas ruedas introducidas en una jaula, que no para de girar y girar. Yo solamente espero no vomitar más.

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