Soy Alba, una chica, o mejor dicho, una mujer de 26 años. No
se lo que quiero, pero sí que se lo que no quiero. En los tiempos que nos
rodean con su halo de frustración, conseguir saber algo es un gran logro.
No quiero
pasarme la vida en un trabajo de mierda, con una hipoteca, un coche, un
televisor y los fines de semana en centros comerciales. No quiero que se
aprovechen de mi ni perder el tiempo rodeada de gente que tras cruzar la
esquina habla acerca de tu persona hasta que notas que te estallan los oídos.
No quiero vivir siempre en el mismo sitio ni comer siempre lo mismo. No quiero
terminar vendiendo mi cuerpo en cualquier esquina, o en cualquier despacho de
alguna productora audiovisual por conseguir el pan de cada día. Y mira,
diciendo esto acaba de pasarse por mi corazón algo que si quiero, que se me
respete, a mi persona y sobre todo a mi trabajo, que se me valore por lo que
soy y he conseguido en estos años y sobre todo que pueda sacar todo lo que
llevo dentro, que me dejen expresarme creativa y sentimentalmente, que mis
ideas puedan fluir por el aire y materializarse y cobrar vida y celebrarlo con
champán (que no me gusta , pero siempre queda chic en una celebración).
Muchas veces lo que quieres es tan obvio que te olvidas de
ello. Otras tantas lo que tienes
es lo que en un tiempo quisiste y ya no aprecias ni solemnizas. Así somos los
seres humanos, tontos, en general, idiotas en particular.
Me gusta mucho comer, me llevo bien con mi cuerpo y no me
engorda ni con cuatro kilos de tortitas con nata y chocolate. Cocinar es un
placer manual que conecta con el orgasmo cerebral en el momento en el que tu
creación roza el paladar y ese sabor específico en el que tú has tenido
bastante que ver se diluye a través de tus papilas gustativas, tus dientes
sienten el tacto y la lengua saborea con gusto demostrándolo y agradeciéndolo
con un eructo final.
Soy una persona cambiante, no tengo paciencia para las cosas
largas, pero me he propuesto ganarla escribiendo un libro que todavía no he
comenzado más que en mis deseos internos. También tengo la intención de correr
una maratón a final de año, así que en este caso, más que paciencia lo que
tengo que ganar es voluntad (y mucha) para salir a correr todos lo días en
pleno invierno madrileño a -1 grado de temperatura (podría ser peor, siempre
todo podría ser mucho peor).
A veces pienso en la muerte y en la desaparición, entonces
me aterro, paralizo y bloqueo completamente mi cerebro. Me siento perdida y
asustada, aunque la teoría budista de la reencarnación me ayuda a sobrellevar
estos sustos repentinos con los que me azota la vida. Pero..¿es natural no?
Tengo que aceptar que la muerte sin vida no es muerte y al contrario. Y que
todo sirve para algo. Ese es mi lema: si algo pasa ha sido porque tiene que pasar.
Es una especie de justificación cósmica ante las hecatombes del día a día.
Por lo general suelo ser alegre y social, aunque en el fondo
me apasiona la soledad. Me gusta pensar, me gusta tener momentos para mi
solita, para aterrarme con malos pensamientos o babear con ensoñaciones
caribeñas y soleadas.
¿Y qué más decir de mi? Puedo finalizar diciendo que soy muy
circular, muy cambiante, ahora arriba, ahora abajo, ahora vuelvo, ahora me
alejo. Pero supongo que todos los seres humanos tenemos un poquito de esto,
pues los ciclos de la vida son circulares y nosotros estamos metidos en ello
cual hámsters en una de esas ruedas introducidas en una jaula, que no para de
girar y girar. Yo solamente espero no vomitar más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario