La vida golpea cada día fiel a su maligna rutina.
El miedo es el veneno de la punta de la flecha
apuntando al corazón de aquellos que cuanto más conocemos mayor es el deseo de
retroceder al vacío de un útero plagado de plenitud cumplida.
La felicidad es un chasquido que de vez en cuando
hace ruido despertando tu alma dormida ya en sueños de duración aún
determinada. Pero tan pronto viene la dama de la alegría como tan pronto
desaparece dejándonos solo un eco que será recordado en el próximo y lejano despertar.
Me miro al espejo y no parezco real. El tiempo me
hace confundirme en la inmensidad del universo.
El amor anida en mi cuerpo, incuba los huevos y da
calor a los polluelos hasta que estos crecen y volando se van a otros mares por
descubrir. La necesidad de la novedad, la flamante brisa al mover las alas y
solamente mirar hacia delante.
Me gustaría ser paciente y constante, pero mis
gritos se atan en mis intestinos provocando un ahogo interno natural que sale a
trompicones por mi garganta quemada.
Cansarse de todo, cansarse de nada, salir a buscar,
encontrar y no conformarse, eso es el mal que te arrastra de esquina a esquina
con las mejillas sonrojadas por un lápiz labial. Prostitutas de la vida,
víctimas de nuestra propia alma tintada de un color que solamente algunas hemos
visto.
Si alguien sabe dónde está la llave, le pido que
abra la puerta y la cierre de un golpe para que nadie más pueda entrar, para
que dejemos de buscar ese lugar que ni en ochenta años de vida aparecerá. El
lugar secreto inmaterial, donde los besos siempre son dulces y las sonrisas
duran más. El modelo a seguir por una sociedad que solamente sufre el mal
material.
¿La falta de conformismo es un pecado o la brújula
que señala tu destino? ¿Esto está así bien o merezco aún más y más y más…?
Sobredosis de vida, que al final deja el vacío de los recuerdos archivados en
una estantería de la fría y divorciada habitación de juventud. O quizás
tristezas enmarcadas en marcos de plata, limpios, relucientes, tratando de
borrar ese anhelo de una vida distinta o mejor.
La eterna pregunta sin respuesta, el misterio sin
resolución, la espina del tiempo que se te clava en la garganta dejando escapar
algún sollozo en las tinieblas de nuestra cama.
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