domingo, 17 de noviembre de 2013

Lástima

El deseo puede ser un arma cargada con la envidia si este no es verdadero, si ha aparecido con
la angustia de que si este tiene algo, yo lo quiero también solamente para no sentirme pequeña.
La codicia se reparte con puñaladas de acero lanzadas desde el cielo.
Las mentiras cada vez se hacen más grandes y las caras se llenan de máscaras más originales.
Aquí todo el mundo se destroza entre ellos a base de palabras envenenadas donde la envidia absoluta vuelve a ser la reina de la fiesta de disfraces. Y al final, durante ese baile de mácaras, todos se dan cuenta de que se necesitan los unos a otros para seguir respirando. La misma mierda. Es un ni contigo ni sin ti, la necesidad de amor de la humanidad, la compañía que quieres para seguir caminando y no sentirte solo. Porque, estos disfraces, lo único que ocultan bajo sus puntitos de purpurina es una absoluta y tremenda SOLEDAD. Ese es el hoyo del que salen las críticas, las envidias, la necesidad de ser más que el que es insuperable, las falsas sonrisas y el deseo incumplido. ¡Qué lástima que se quiten los disfraces y sean la esencia que saben que son!

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