(...)" Cinco años después,
coincidiendo con el fin de la carrera y con los excelentes resultados, de
repente, mis sueños, mis esperanzas, mis deseos, sin olvidar también los de la
mayoría de los jóvenes de mi generación, fueron ahorcados por una soga llamada
Gobierno: el asesino de la moral y la educación, de la ciencia y del progreso.
Un organismo formando por un grupo de seres que parece que en vez de estudiar
la carrera de Políticas estudiaron la mejor manera de manipular y castigar a la
gente, de destrozar el futuro y de enriquecerse con todo esto a costa de la angustia
y de las lágrimas de los pocos seres civilizados que habitan aquí.
Vivo en una ciudad donde las relaciones económicas son más
importantes que las personales, una ciudad con prisas, en la que te dan un
pisotón en el metro y no solamente te
niegan una excusa, sino que encima te culpan a ti. En este lugar la gente está
perdiendo sus trabajos gracias a los cuatro corruptos que les manejan y aunque todos los días salgamos a la calle a
protestar por nuestros derechos, no alcanzamos solución alguna. Se trata de una ciudad
que ha perdido la esperanza y la moralidad, donde los maltratos están a la orden del día
en las noticias, los ricos miran mal a los pobres y cuatro señores vestidos con
traje se frotan las manos con nuestro dinero. La diferencia de clases se ha
convertido en una especie de racismo del siglo XXI.
La nueva generación de
jóvenes solamente busca el hedonismo, salir, beber y divertirse. Las mujeres se
han convertido al masoquismo y no dejan de meterse en problemas enamorándose del
chico guapo y el chico de moda acaba en alcohólicos anónimos tras salir del
ingreso en el hospital por una gonorrea.
Mi ciudad es una gran
urbe cargada de contaminación provocada por el “mejor invento de la historia”:
el coche, causante de estrés, de altos niveles de contaminación ambiental y del
40% de los accidentes mortales. Se vive caro, se come mal y se respira peor. Es
un lugar en el que si quieres obtener todas las comodidades y ser propietario
de las caras tecnologías has de trabajar duramente más de ocho horas al día y luchar
contra la competencia para conseguir ser el mejor de tu grupo (aunque sea
deshuesando pollos). ”Siempre hay que tener lo mejor” es el eslogan que se
suele ver en todos los anuncios de televisión y en los carteles publicitarios.
Este es el absurdo y equívoco sentido de la vida que se ha creado en la
sociedad a la que, según dicen, pertenezco.
Odio mi ciudad. Además,
lo he dejado con mi novio y me siento absolutamente PERDIDA". (...)
http://www.verkami.com/projects/7292-la-dulce-caida-ayuda-para-la-edicion-impresa/
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