domingo, 23 de febrero de 2014

Salto en el tiempo




Va demasiado rápido. El conjunto de acontecimientos pasados se anudan en mi estómago como una especie de cuerdas de diferentes colores. Cada una de ellas representa un momento, otras una persona, un olor, una palabra, un recuerdo físico.
Volver atrás, revivir el sonido del jaleo de coches, de gente, de risas. Meterte en un antro, emborracharte, gritar, fumar. Confusión, tortura sentimentalista, 20 años, avanzar y retroceder
El poder de cerrar los ojos y visualizar su rostro, oír la voz ronca y carrasposa. La música entrando por tu boca abierta que pide a gritos otra complementaria. Inhala el olor del rocío de la madrugada  y levantarse un día después respirando café molido. Las noches que se convierten en mañanas, la ciudad a tus pies. La gente, el caos, los mensajes. Girar y saltar, hacer el ridículo y llamar la atención, no te preocupes de nada, disfruta este momento. Y se fue y aquí está de nuevo en mi vello erizado, en la carne tenebrosa del recuerdo, no fue un amor, no fue una persona, fue una etapa. Una de las mejores.
Madrid, su gente, los autobuses, despertarte en otro lugar, las luces de neón, los antros con litros de absenta desfigurando tus pensamientos, esperar. Los impulsos, la carne, la piel, él.

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