...Y desde entonces, como opción antipérdida de recuerdos con
sabor a sugus de frambuesa,decidí dejarme crecer el pelo. Juré que desde aquel
día hasta que volviera a tocarle no iba a cortar jamás aquellas partes de mi
cabellera que sus manos tocaron mil y una veces. Así, ellos me ayudarían a
recordar y volver a sentir sus amables caricias, cargadas de falsa
esperanza...Decidí recordar y hacerlo siempre con buena cara.
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