Reirte y enseñarle el culo a una ansiedad maquillada de problemas.
Hacerle un corte de manga a los cabrones emperrados consigo mismos.
Escupir en las huellas de las botas manchadas de cenizas vertidas en una copa de alcohol abandonada en la repisa de algún bar.
Descojonarte de todos aquellos cables cruzados que bailan con unas neuronas que no aceptan la mayoría de edad.
Bailar y festejar besando la cara de la verdad. Y aceptarla.
Evitar los dramas histriónicos y el juego del escondite inglés.
Ahora lo verdadero juega el papel más importante.
Se acabó lanzar la piedra y esconder la mano. Empieza lo bueno.
jueves, 18 de diciembre de 2014
Un corte de manga
martes, 16 de diciembre de 2014
Sentirte IMBÉCIL
Lo de sentirme imbécil es algo que me lleva pasando desde el momento en el que pillé a mi mejor amiga de la secundaria quitándome el novio delante de mis narices.
Es un sentimiento que ha ido evolucionando a lo largo de mi treintena de vida y que se ha ido repitiendo y, también, todo hay que decirlo, reduciendo a lo largo de los años.
Realmente hacía mucho tiempo que no me autodenominaba una auténtica IMBÉCIL y he de decir que esta vez gana por goleada a las últimas veces que me ocurrió.
El problema está en que uno piensa que escarmienta y resulta ser todo lo contrario. Se dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, Yo ya perdí la cuenta de las veces que tropecé y sinceramente, esta vez tenía la práctica completamente perdida y olvidada, por lo que el momento se vuelve aún más comprometido.
Siempre me he considerado una persona inteligente, atractiva, amable....pero todos estos adjetivos positivos pueden ser capaces de desvanecerse en décimas de segundo destruyendo toda tu autoestima y llenándote de esa mierda que llevabas bastante tiempo sin catar. Esa mierda que me encantaría tirar por el váter, pero es tan grande que ni siquiera cabe.
El problema está en la idealización, en la obsesión, en los pedacitos de recuerdos y sensaciones que se quedan grabados a fuego en tu cuerpo. Un tatuaje perenne, imposible de eliminar, que cicatriza en los primeros días, que son a la vez en los que más te duelen. Pero ese dolor es gustoso, es una especie de morbo al que no puedes evitar perseguir. Y , sinceramente, al día siguiente desearías hacerte otro tatuaje y volver a hacer sufrir a tu piel y a ti misma.
Finalmente parece que huimos de la perfección. A veces pensamos que lo perfecto termina arruinando nuestras vidas. Sin embargo, lo imperfecto y problemático es una falsa ilusión que termina diluyéndose en ácido.
Yo me bebí ese ácido y, por desgracia, siento que me gustaría volver a bebérmelo y así poder tatuarme en el cuerpo: IMBÉCIL.
jueves, 20 de noviembre de 2014
Ternura
Al ver los últimos segundos de tu video,
he descubierto por qué te amé, a gritos, desde lo más profundo de mí ser. El
por qué de esa obsesión duradera años tras años. Y es que no fue por tu físico,
por el contexto en el que te movías o por el color de tus ojos. No…no tiene nada que con conceptos fuera
de lo abstracto, que no valen absolutamente nada. Lo que me mantuvo admirando tu persona
fue la ternura. Esa ternura que se esconde fácilmente tras una mirada enferma y
contaminada. La ternura que me recuerda a tu lado más infantil saltando en la
cama una mañana de domingo. El alimento de un recuerdo que mantengo
en la distancia. Pero que cada vez que me fuerzo por traerlo de nuevo a mi
cabeza me sigue erizando el vello de las caderas. Eres un niño dentro del cuerpo de un adulto y
aunque nadie lo ve, yo sí.
Me he dado cuenta de que…tan solo
quería…protegerte.
miércoles, 12 de noviembre de 2014
Y si....
Si rompiéramos las cadenas que nos atan,
las alianzas que nos unen o las huellas marcadas en el camino.
Si saliéramos de todos los organigramas,
los estilos, las razas…
Si elimináramos el miedo, el rencor, la
envidia...
Si pudiéramos dejarnos llevar tan solo
por los propios deseos inherentes a nosotros mismos…
Si fuésemos más animales, más terrícolas,
más primitivos, menos edulcorados…
Si disfrutáramos más del sexo, del acto
de tocarnos, de besarnos, de sentirnos en el momento oportuno dejando atrás el
cliché, el prejuicio, la vergüenza…
Si diésemos la vuelta al mundo, si
elimináramos valores, tradiciones y supuestas justicias divinas…
Si el dinero no existiera y pudiéramos
continuar sin él…
Si cada segundo pudieras estar donde
quieres estar, pudieras hacer lo que quisieras hacer...
Si nos desnudáramos en la azotea…
Si las palabras lanzadas al aire no
fueran criticadas o juzgadas…
Si de cada frase elimináramos el pensamiento
crítico del contrario…
Si pudiéramos olernos los unos a los
otros, usar la sinceridad como arma y los órganos sexuales como bala para
atentar al placer, para colmarnos de él…
Si disfrutáramos más…
Si las religiones se extinguieran y tan
solo quedaran las ideas y la filosofía…
Si cualquiera eliminara la venda que
lleva tapando los ojos y vislumbrara…
Si se perdieran las vergüenzas y las
formas…
Si el “estar de más” o el “eso no se
hace” fueran simples negaciones necias
Si pudiésemos crear una comuna colectiva…
Si fuéramos capaces de olvidarnos de
nosotros mismos, salir del “yo” y tan solo vivir…
Si lográsemos amar y olvidar…
Si el presente fuera algo maravilloso que
mantener, algo por lo que luchar…
Si tan solo fuéramos LIBRES…
sábado, 18 de octubre de 2014
Una chica como Ámbar...
Ámbar pasa la treintena, no tiene trabajo, no tiene casa, ni coche, ni marido, pero, (y es un gran “pero” que equivale a todo eso junto y mucho más), tiene una hija.
Ámbar comparte su cuerpo y aparentemente el resto de su ser con un chico que conoció hace no mucho. Y digo “aparentemente” porque la gente suele equivocarse al dar sin recibir, al compartir sin reciprocidad, al amar sin ser amado.
Ámbar es como un mosquito abandonado en una de esas piedras que llevan su nombre. Llevada al lugar en el que hoy se encuentra por casualidad (y lo llamaré casualidad por no culpar a la causalidad), distraída en sus saltos por la vida, movida por un impulso que discurre entre lo moral y lo inmoral. Una niña protegida hasta que empezaron a salir los primeros granos, las primeras faltas de atención y envidias, los primeros complejos...
Nunca descubriremos cual fue el detonante que movió a Ámbar por el camino de la inseguridad, del miedo, de la falta de autosuficiencia, del carácter fuerte que transforma la grandísima ternura que lleva en su interior en completa destrucción. Hacia sí misma y hacia los que la rodean.
Ámbar perdió la cabeza en numerables ocasiones. Todos lo hacemos, pero aprendemos, manejamos y modificamos el “mode”. Ámbar no cambia, se equivoca, llora y hace llorar. Un día, tras otro igual.
Esta chica debería tomarse un tiempo para recapacitar, para evadirse de todo, de ella misma incluso, dejar de ser mujer para ser, por una vez la madre que quiso tener.
Aún así, Ambar es exitosa, gracias al poder de la creación femenina que culminó en una preciosa e inteligente hija, que con solo cuatro años debería de haber tenido ya tapones en los oídos y un antifaz en la cara para evitar todo lo que ha visto, lo que ha oído, las lágrimas de su madre que ha sentido y que, seguramente, sentirá cada vez con más fuerza, una fuerza que en un futuro le pasará factura en forma de trauma.
Ámbar, no llores más, vive, se la persona que siempre quisiste ser. Concéntrate en ti misma, ama y conseguirás que te amen de la misma manera que siempre mereciste.
miércoles, 15 de octubre de 2014
Atardece...
Delante, el mar, creando la línea de separación con el cielo
y haciendo efecto espejo con los rayos más tenues y bonitos que pueblan todo el
espacio estelar. Detrás, las montañas y en primer plano plataneras cargadas de
racimos que brillan con la puesta de sol.
Aparcas el coche en el andén y te bajas para contemplar el
show. Miras y en cada enfoque ocular tiendes a pensar que esto no es real, que
es demasiado mágico y lindo y, por el contrario, pasa tan desapercibido que el
mundo debe de haberse vuelto loco para no asomarse a la ventana todos los días.
Respiras, al fin y conectas por unos minutos con esa
realidad que se te escapa de las manos.
Quizás la evolución es un problema y la felicidad se
encontraba siglos atrás, cuando la esperanza de vida era mucho menor, pero el
lazo que nos unía a la naturaleza, a la energía, a la vida, era más intenso que
cualquier artificio humano, que cualquier mentira, que cualquier monumento o
enfermedad benigna.
martes, 2 de septiembre de 2014

Todo empezó con un saludo inicial entre macho y hembra, un
olfateo por aquí, un jueguecito por allá. Un te sigo allí, te sigo allá. Un inocente
encuentro seguido de una primera aproximación al jocoso filtreo.
Desde el principio del rito del cortejo, la perrita, se
colocaba en una disimulada posición pasiva sin poder ocular, con el rabo
ondeando el viento, un inequívoco agradecimiento por los halagos de su futuro
amante. Le seguía el juego, quizás, por el misterio que suscita intentar
descubrir qué más puede mostrarte tu pretendiente o hasta donde puede llegar.
Solo un par de carreras más consiguieron que el macho
llegara a la meta rápidamente introduciéndose, ferozmente, dentro de su presa. La perra se retorcía
intentando huir de la veracidad de la acción. Quizás no era su tipo, o
simplemente, no le apetecía y lo único que quería era jugar inocentemente. Pero
el perro, asalvajado consiguió retraerla y cuando el final feliz llegó, la
perra, convaleciente, se tumbó desvanecida en el suelo. El macho se fue sin
decir adiós. Con el orgullo que supone para un cazador haber disparado al
conejo. Ahí quedo la perra, consumida, lanzando al aire breves alaridos de
dolor.
Al rato él apareció de nuevo, como si no hubiera sido
saciado y comenzó a buscarla. Ella sin disimulo le ignoraba quitándole el culo.
Ya no quería al macho, no le apetecía de inmediato. Ella era la que elegía. El
macho insistía y finalmente, la perra se abalanzó hacia él con un ladrido
solemne que claramente provocó la huída del muy perro.
La palabra NO, no se entiende y a mí me parece que es un
claro y potente monosílabo ante el que hay que actuar de inmediato, pues si una
persona dice “no”, es NO.
Deudas
Se oyó un ruido similar al del látigo golpeando una mesa de
metal, mientras araña y corta en un chasquido al objeto que recoge su ira.
-¡Te la debía!- dijo la hermana pequeña con una vergüenza
envuelta en rabia penetrando su mirada.
Seguidamente, un segundo de silencio callado por el alarido
de salvación lanzado a la madre, resolutoria de todos los problemas.
-¡Mamaaaaaaaaaaaaaaaaa!¡Me ha pegado una torta!- dijo la
pequeña ante los atónicos ojos de la hermana mayor, portadora del bofetón en
cuestión.
-¡Pero mamá, si yo no he hecho nada! ¡Está mintiendo!¡Ella
es la que me ha dado!¡Mira mi cara!¡Está roja!-dijo la hermana mayor.
La madre se acercó a las niñas, y le dio una bofetada sin
picor a la hermana pequeña, por haber agredido a su hermana mayor y haber
mentido. A continuación, una segunda bofetada a la otra hija, por haberse
chivado y porque ella, previamente, en la riña desencadenante del tortazo “endeudado”,
le había puesto la zancadilla a la pobre hermanita pequeña. Las deudas, en
familia, rápido se pagan.
domingo, 3 de agosto de 2014
Un hombre insatisfecho
¿Acaso te pedí que me sacaras del campo oscuro que poblaba
mi cabeza? Jamás insistí en pasear por otros lares más brillantes. Ya sabes pienso
que eso de “ser feliz” más que un estado es una actitud.
¿De verdad creías que
el alma es una forma de pureza? No creo que se represente de esa manera en las
personas como yo tú y como yo. No me imagino un cuento de hadas y sí puedo
visualizar un terreno pedregoso, húmedo, sin luz plagado de ideas misteriosas, oscuras,
que deambulan formando ese ente llamado alma.
Pero no me disgusta, no me
frustra el no poder sacarme de la cabeza esas ideas que se contradicen con el
deseo que se mueve entre el líquido de mis venas.
No eran suficientes 2000 estrellas fugaces para satisfacer
mis deseos insatisfechos consigo mismos, pues ni siquiera se creían reales
danzando entre la cuerda floja que de un lado engancha el alma de una chica
como tú y de otro el mundo de las tinieblas al que me someto.
Siempre busqué un atardecer aún mejor, mucho mejor que el
que vislumbra el final de un día de verano en el que el cielo anaranjado se
despide con ráfagas románticas de tonalidades rosas y de nubes que casi forman
corazones enteros en el cielo.
miércoles, 23 de julio de 2014
El absurdo mundo de la piruleta no le gusta a todo el mundo.
La palabra apropiada y deseada no es "caché" . "Estar bien visto" es una alusión superficial y ridícula.
El pretexto de "tiene buen nombre" no quiere decir absolutamente nada.
La estupidez de la sociedad del día de hoy se basa, en la mayor parte, en esos conceptos que ni siquiera te proporcionan un camino al falso concepto de la felicidad.
El hacer porque te vean, el buscar algo que en apariencia parece mejor para que la gente que está equivocada con lo que es mejor o peor alaben tu decisión.
El sufrimiento de los palos inesperados llegarán y estos serán de acero, de los que marcan lo más interno de alma.
La vida es muy larga y no se puede vivir siempre en el mundo de la piruleta.
Salid del camino equivocado,ahora que estáis a tiempo, volved a ser las almas humildes y plenas que erais, amad como amabais antes de contaminaros, dejad de buscar y usar los billetes, utilizad y cread con vuestras cabezas, vuestras mentes, vuestra solidaridad.
No os guiéis por la absurdez del qué dirán, evitad las amistades que se convierten en "conocidas" y valorad la verdad más plena.
Ya vais tarde en el reloj del tiempo, reaccionad, dejad una semilla en la tierra en vez de regueros de mierda de culos egoístas, prepopentes que conversan con un corazón absolutamente vacío.Se creen que está lleno, ¡claro que sí...!De paja y hierro.
El hedonismo no llena, la felicidad más pura no se encuentra ahí fuera, sino ahí dentro.
Desarrollaros, sufrid, caed y levantaros, porque la siguiente vez que lo hagáis seréis aún más fuertes y llegará el momento en el que ni siquiera un rayo será capa de partir el alma de acero que habéis creado y nada, ni nadie, absolutamente nada ni nadie será capaz de hacer caer una lágrima de vuestra cara.
Esfuerzo, afán de superación, lectura, aprendizaje y sobre todo amor son las cosas que no son cosas y que verdaderamente necesitais.
Ya es hora de dejar de mirarte el ombligo, deja de ser una rata de ciudad, deja de contaminar y empieza a crear una experiencia de vida que hará que todo, absolutamente todo haya merecido la pena.
El pretexto de "tiene buen nombre" no quiere decir absolutamente nada.
La estupidez de la sociedad del día de hoy se basa, en la mayor parte, en esos conceptos que ni siquiera te proporcionan un camino al falso concepto de la felicidad.
El hacer porque te vean, el buscar algo que en apariencia parece mejor para que la gente que está equivocada con lo que es mejor o peor alaben tu decisión.
El sufrimiento de los palos inesperados llegarán y estos serán de acero, de los que marcan lo más interno de alma.
La vida es muy larga y no se puede vivir siempre en el mundo de la piruleta.
Salid del camino equivocado,ahora que estáis a tiempo, volved a ser las almas humildes y plenas que erais, amad como amabais antes de contaminaros, dejad de buscar y usar los billetes, utilizad y cread con vuestras cabezas, vuestras mentes, vuestra solidaridad.
No os guiéis por la absurdez del qué dirán, evitad las amistades que se convierten en "conocidas" y valorad la verdad más plena.
Ya vais tarde en el reloj del tiempo, reaccionad, dejad una semilla en la tierra en vez de regueros de mierda de culos egoístas, prepopentes que conversan con un corazón absolutamente vacío.Se creen que está lleno, ¡claro que sí...!De paja y hierro.
El hedonismo no llena, la felicidad más pura no se encuentra ahí fuera, sino ahí dentro.
Desarrollaros, sufrid, caed y levantaros, porque la siguiente vez que lo hagáis seréis aún más fuertes y llegará el momento en el que ni siquiera un rayo será capa de partir el alma de acero que habéis creado y nada, ni nadie, absolutamente nada ni nadie será capaz de hacer caer una lágrima de vuestra cara.
Esfuerzo, afán de superación, lectura, aprendizaje y sobre todo amor son las cosas que no son cosas y que verdaderamente necesitais.
Ya es hora de dejar de mirarte el ombligo, deja de ser una rata de ciudad, deja de contaminar y empieza a crear una experiencia de vida que hará que todo, absolutamente todo haya merecido la pena.
domingo, 8 de junio de 2014
INTRO de "La dulce caída"
Cuando era pequeña, una
profesora le dijo a mi madre que era bastante distinta a los demás niños de mi
edad. La actitud que mostraba ante ciertos incidentes diarios sorprendía a la
tutora. Le contó que esa misma mañana una de las niñas se había caído de la
silla y que toda la clase (incluida ella misma) se rieron. Sin embargo, se
había fijado en que yo me había mantenido con una expresión completamente seria,
mirando a la maestra sin hacer la más mínima mueca cómica, adoptando la supuesta actitud que cualquier educador debía de tener
en una situación así: “no os riais, no tiene ninguna gracia. Marta,
¿te has hecho daño?”
Marta era muy tímida,
mala en los estudios y acomplejada por un físico que, adelantándose
en el reloj vital, ya mostraba los cambios propios y
desagradables de la adolescencia.
Podía intuir el estado de
Marta con solo una mirada.
Era, arquetípicamente
hablando, la tonta del grupo, de la que se reía todo el mundo; también la chica
tímida que cada mañana vomitaba antes de subirse al autobús.
Ella odiaba ir al
colegio, pero lo que más detestaba era la hora del recreo, momento en el que sentía
al máximo su soledad, gracias a los crueles niños que la rodeaban y que no querían
jugar con ella.
Podía comprender el miedo
y dolor de la niña que pasaba los ratos sentada en un banco, sola, a punto de
llorar, viendo como los demás se lo pasaban bien y ella no. Más que lástima, lo
que sentía hacia ella era compasión. Me gustaba acercarme y preguntarla si
quería compartir un trozo de mi sándwich. Estoy segura de que Marta me miraba
pensando: otra estúpida más que viene a vacilarme…
El día en el que por fin
aceptó mi bocadillo me percaté de que había hecho algo bueno por una persona.
Sus ojos brillaban con entusiasmo al terminarlo: “Muchas gracias, Angie”.
Sonreí.
Diez años después de
superar el reto escolar decidí estudiar la carrera de Derecho. Quería defender
al inocente, ayudarle a hacerse grande, a luchar contra las injusticias.
En esos tiempos me gustaba
el ser humano, me consideraba una “filántropa empedernida” con la propia energía
de cualquier persona que empieza a vivir la segunda década. Durante esos cinco años tuve ilusiones, sueños, esperanzas
y planes.
Me convertí en una joven
estudiosa, activa y paciente. Me esforzaba en alcanzar todos los logros
académicos con el fin de conseguir mi objetivo profesional.
La verdad es que pasé una etapa universitaria bastante
tranquila en comparación con la etapa que estoy viviendo ahora.
No es que fuera una pánfila que se
pasaba todas las noches en la biblioteca, más bien era una chica que sabía
ordenar su tiempo de estudio y cuadrarlo con unas
cuantas noches al mes de “sexo, drogas y rock
and roll”. Tuve suerte, me gustaba estudiar.
Cinco años después,
coincidiendo con el fin de la carrera y con los excelentes resultados que logré,
de repente, mis sueños, mis esperanzas, mis deseos, sin olvidar también los de
la mayoría de los jóvenes de mi generación, fueron ahorcados por una soga
llamada Gobierno: el asesino de la moral y la educación, de la ciencia y del
progreso. Un organismo formado por un grupo de seres que parece que en vez de
licenciarse en Políticas estudiaron la
mejor manera de manipular y castigar a la gente, de destrozar el futuro y de
enriquecerse con todo esto a costa de la angustia y de las lágrimas de los
pocos seres civilizados que habitan aquí.
Vivo en una ciudad donde
las relaciones económicas son más importantes que las personales, una ciudad con
prisas, en la que te dan un pisotón y no solamente te niegan una excusa, sino
que encima te culpan a ti. En este lugar la gente está perdiendo sus trabajos
gracias a los corruptos que les manejan y aunque todos los días salgamos a
protestar por nuestros derechos, no alcanzamos solución alguna. Se trata de una ciudad que ha perdido la esperanza y la moralidad, donde los maltratos están a la orden del día
en las noticias, los ricos miran mal a los pobres y cuatro señores vestidos con
traje se frotan las manos con nuestro dinero.
La diferencia de clases
se ha convertido en una especie de racismo del siglo XXI.
La generación de jóvenes
solamente busca el hedonismo, beber y divertirse. Las mujeres se han convertido
al masoquismo y no dejan de meterse en problemas enamorándose del chico guapo y
ese chico de moda acaba en alcohólicos anónimos tras salir de su ingreso en el
hospital por una gonorrea.
Es una urbe cargada de
contaminación provocada por el “mejor invento de la historia”: el coche, causante
de estrés, de altos niveles de contaminación ambiental y del 40% de los
accidentes mortales.
Se vive caro, se come mal
y se respira peor, es un lugar en el que para obtener la comodidad has de
trabajar duramente ocho horas al día y luchar contra la competencia para ser el
mejor (aunque sea deshuesando pollos).
“Siempre hay que alcanzar
lo superior” es el eslogan que se suele ver en todos los anuncios de televisión
y en los carteles publicitarios. Este es el absurdo y equívoco sentido de la
vida que se ha creado en la sociedad a la que, según dicen, pertenezco.
Odio mi ciudad. Además,
lo he dejado con mi novio y me siento absolutamente PERDIDA.
*PARA CONTINUAR CON LA HISTORIA, CONSIGUE LA NOUVELETT "LA DULCE CAÍDA" POR 5 EUROS EN BUBOK!
http://www.bubok.es/libros/233828/La-dulce-caida
domingo, 11 de mayo de 2014
Rita y su madre
Rita y su
madre estuvieron más tiempo intentando meterse en el agua que disfrutando de
ella. En esta zona, el Atlántico aún no ha concertado una cita con la primavera
y sus cálidas corrientes que este año parecen haberse retrasado en el camino.
Subieron
caminando hacia sus toallas intentando no tropezar con las piedras del
camino, seguras de sí mismas tras haber
logrado tal proeza en un día semi nublado como pocos ha habido en esta zona de
la Península.
Paola, la
madre de Rita reguló la hamaca que habían alquilado y emparejándose con el sol,
que asomaba tras una nube, sintió cómo los rayos secaban poco a poco las
gotitas que caían desde el cuello hasta los pechos. Le gustaba esa sensación de
destrucción. Se puso su pamela, se arregló el biquini acoplando los senos en
cada lado del sujetador y cerró los ojos. A pesar de sus cincuenta y cinco
años, aún resplandecen signos corporales de su estupenda juventud, aunque en
este mismo instante, ella, en este preciso momento no aprecie absolutamente
nada.
Mientras
tanto Rita, de pie, enfrente de ella, la miraba sin saber bien qué decir o qué
hacer. Por fin, se atrevió a pronunciar las palabras que Paola había estado
evitando toda la mañana:
—Creo que deberías de hablar con papá.
En ese mismo instante los ojos de Paola se
abrieron sorprendidos y miraron fijamente y sin piedad a los de Rita.
–Lo que piense tu padre no me interesa en absoluto,
ya te lo he dicho varias veces, que no quiero saber nada. –respondió Paola
incorporándose de nuevo en su tumbona intentando omitir las palabras de su
hija.
–Pues papá estuvo ayer con la abuela y dijo eso.
–respondió Rita acertadamente tratando de que su madre iniciara por fin una
conversación con ella sobre todo lo sucedido.
–¿Qué le ha dicho a la abuela?–dijo rompiendo el
engaño consigo misma y mostrando el verdadero interés que ocultaba bajo el
rencor y la vergüenza.
–Papá le ha dicho que cree que tu estas bien
porque “ te lo has quitado de encima” y ahora puedes disfrutar de todo lo que
quieras.
–¿Ah sí?¿Que yo estoy bien?¿Eso ha dicho tu padre?¿Y
qué ha dicho sobre cómo está él?
–Mal mamá, ¿cómo te crees que va a estar papá? Está
mal, dice que está solo, sin nadie, sin ni siquiera dinero…Creo que deberías de
hablar lo antes posible para intentar solucionar esta situación. Las cosas
tienen que hablarse, si no… ¿Qué?
–Osea que él está mal y yo estoy de puta madre
–dijo Paola interrumpiendo a Rita– . Pues eso no es verdad, hija, pero bueno… ¿Y
qué más ha dicho tu padre?
–Pues dice eso, que le has echado de casa y que ni
siquiera quieres hablar con él. Mira mamá, yo creo que deberíais de hablar para
eliminar todas esas rayadas que tenéis cada uno en la cabeza y evitar
elucubraciones absurdas. Además le dijo a la abuela que cree que estas con otro
hombre.
– ¿Eso cree?
–Es lo que dijo. Ahora vengo mamá, voy al baño que tengo
muchas ganas de hacer pis.
Y cuando su hija se fue Paola explotó de una vez por
todas en lágrimas eliminando la careta que se puso desde el principio de la
ruptura. Y cuando esta volvió, un sentimiento de culpa mezclado con victimismo se
abalanzó sobre ella.
–Yo también estoy muy mal Rita. ¿Cómo te crees que puedo
estar tras romper 30 años de matrimonio feliz? ¿Cómo te crees que estoy cuando
yo también me encuentro perdida? –dijo empezando a perder la timidez ante su
hija y esbozando sus sentimientos en un lienzo en blanco.
–Ya me lo imagino mamá…pero por eso tienes que hablar con
él. Para no mandar a la mierda tantos recuerdos, tantas vivencias juntos, tanta
vida…y también por nosotras, vuestras hijas.
En ese momento, Cristina, una amiga de la familia fue a
saludarlas. Rita aprovechó para ausentarse con sus amigos. Tras veinticinco
años sin mantener una conversación sincera con Paola, esto había sido
demasiado transparente para ella. Ver a su madre llorar y hablar de otro hombre
en el mismo día había supuesto demasiado en la vida de una chica que solamente
ha mantenido conversaciones superficiales con su madre. Pero resulta que las
madres también tienen sentimientos, también aman y también se enamoran de otro
hombre.
–¿Cómo estas, Paola? –preguntó su amiga.
Llorando a lágrima viva, Paola le
respondió negativamente.
–Estoy fatal…ya no se si quiero a uno o
quiero al otro o qué quiero…Quizás debería de volver con Manolo por el bien de
toda la familia, pero entonces yo estaría jodiendo mi vida…¿debo joder mi vida
por los demás?¿Y si el otro me sale rana y estoy cegándome?No sé que hacer…
–Tómate tu tiempo, Paola, lo que ahora
mismo necesitas es pensar, es tener unos meses para ti misma, tienes que estar
sola.
–Pero....llevo 35 años sin estar sola… ¿eso
cómo se hace?
Entonces se abrazaron y Paola lloró aún
con más rabia y desconcierto.
martes, 15 de abril de 2014
Frase1
Las l e t r a s s e c o n v i e r t e n e n palabras que se van hi lan do sa biamente hasta convertirse en frases con sentido
lunes, 24 de marzo de 2014
No es lo mismo
No es lo mismo vida feliz que vida plena.
No es lo mismo ser turista que viajero
Aunque parezca lo contrario no es lo mismo una rata del dinero que el dinero de una rata.
No es lo mismo envidiar que desear.
No es lo mismo disfrutar que vivir.
No es lo mismo divertirse bebiendo que beber para divertirse ni es lo mismo contemplar el fracaso como una oportunidad a apartar las oportunidades para no fracasar.
No es lo mismo tener una relación social profunda a profundizar en todas las relaciones sociales.
No es lo mismo saborear las pequeñas alegrías y logros diarios que masticar una vacía felicidad.
No me engañais, es lo mismo decir es lo mismo que lo mismo es.
No es lo mismo ser turista que viajero
Aunque parezca lo contrario no es lo mismo una rata del dinero que el dinero de una rata.
No es lo mismo envidiar que desear.
No es lo mismo disfrutar que vivir.
No es lo mismo divertirse bebiendo que beber para divertirse ni es lo mismo contemplar el fracaso como una oportunidad a apartar las oportunidades para no fracasar.
No es lo mismo tener una relación social profunda a profundizar en todas las relaciones sociales.
No es lo mismo saborear las pequeñas alegrías y logros diarios que masticar una vacía felicidad.
No me engañais, es lo mismo decir es lo mismo que lo mismo es.
jueves, 20 de marzo de 2014
Fragmento de "La Dulce Caída"
Hasta hoy me he acostado con una generosa cantidad de
chicos. Si no me equivoco: Luis, Juan, Álvaro, Lauro, Paul, Mateo, Pietro,
Carlos…. hacen un total de treinta y dos. Sin embargo, Martina, podía contarlos
con los dedos de una mano.
A la vuelta del Erasmus, se
enamoró perdidamente de Leo, su pareja actual. Su relación se basa en una
especie de balanza en la que el peso del lado derecho se llama “amor” y el del
lado izquierdo se llama “desconfianza”. Por la mañana pueden estar comiéndose a
besos y horas más tarde cada uno está metido en una habitación con cara de
cabreo. No hay medida para ellos. O todo o nada. O nada o todo.
Al principio de irse a
vivir juntos, nuestra relación de amigas quedó relegada a un segundo plano. La mayor parte de la culpa era de Leo, que aprovechaba
cualquier instante para atacar nuestra intimidad y echar por tierra todos
nuestros solitarios planes. Martina era incapaz de negar cualquier proposición
de su chico, quería disfrutarle las 24 horas del día, como suele pasar en la
llamada “etapa del atolondramiento mental”.
Intenté que esa situación
no me afectara repitiéndome mil veces que el amor es maravilloso (mientras
dura), que era normal preferir quedar con alguien que te provoca orgasmos
múltiples de diez segundos a estar con tu mejor amiga. Ya se les pasaría la
tontería…Y así fue, cuatro años después era Martina la que me rogaba que
saliéramos juntas, mano a mano, como en los “viejos tiempos”, que ya parecían ciertamente
lejanos.
domingo, 23 de febrero de 2014
Salto en el tiempo

Volver atrás, revivir el sonido del jaleo de coches, de
gente, de risas. Meterte en un antro, emborracharte, gritar, fumar. Confusión,
tortura sentimentalista, 20 años, avanzar y retroceder
El poder de cerrar los ojos y visualizar su rostro, oír
la voz ronca y carrasposa. La música entrando por tu boca abierta que pide a
gritos otra complementaria. Inhala el olor del rocío de la madrugada y levantarse un día después respirando café
molido. Las noches que se convierten en mañanas, la ciudad a tus pies. La
gente, el caos, los mensajes. Girar y saltar, hacer el ridículo y llamar la
atención, no te preocupes de nada, disfruta este momento. Y se fue y aquí está
de nuevo en mi vello erizado, en la carne tenebrosa del recuerdo, no fue un
amor, no fue una persona, fue una etapa. Una de las mejores.
Madrid, su gente, los autobuses, despertarte en otro
lugar, las luces de neón, los antros con litros de absenta desfigurando tus
pensamientos, esperar. Los impulsos, la carne, la piel, él.
domingo, 9 de febrero de 2014
Fragmento perteneciente a La Dulce Caída
Juan no era tan tonto
como yo pensaba. De hecho, era un tío estupendo y me encantaba. Fueron unos
meses felices en los que aprendí a apreciar el sentido de una caricia y a
destornillarme de risa cada vez que me componía canciones y me las cantaba en privado con absoluta motivación. Fueron
también días de mucho vino y de abundante sexo, de fiestas que siempre terminaban
con una sonrisa y un suspiro de placer y de resacas que, al abrigo de sus
brazos tatuados, apenas dolían. Fue un
grandioso verano que, tras el reencuentro en una etapa pasajera,
se destruyó por completo en mi memoria.
Llevábamos cinco meses sin vernos. Me
subí al coche e hice un viaje en carretera de 800 km hasta el pueblo que
estaban rehabilitando. Me moría de ganas de volver a sentirle. Desde que él se
había ido, pocos Adonis habían pasado por mi cama y ninguno había sido capaz de
hacerme gritar como había logrado él.
Al llegar le telefoneé
varias veces sin obtener respuesta. Me quedé dentro del coche, inquieta,
esperando a que alguien saliera de esa gran casa medio destruida que habitaba en
medio de la nada. Esperaba que ese alguien fuera Juan.
Cuando estaba empezando a
entrar en la rueda de la desesperación vi salir de la puerta de la casa a uno
de los chicos que también iba a clase conmigo, el más tímido el día de la paella:
Javi. Se me iluminó la cara y noté que también él sintió una leve alegría al
verme. Salí del coche y le recibí con un abrazo. Le pregunté por “el guaperas”
y me dijo que estaba ensayando con el
grupo y que luego tenía que pasarse a hacer unas cosas en la casa de una amiga.
Le había dejado a él encargado de ocuparse de mí sí me veía aparecer.
–Ven, entra y deja tus
cosas, voy mientras a comprar tabaco y a dar un paseo al perro –dijo Javi con
un tono seco. Por el brillo de sus ojos, creo que estaba bastante fumado.
Entré en la casa y me
imaginé cual sería la habitación de Juan,
lo adiviné a la primera, tenía una foto de Buda en la puerta y otra de una
actriz porno muy famosa justamente debajo. Entré y me senté en la cama, saqué
un par de cosas de mi maleta y cotilleé cada milímetro de la habitación,
incluyendo los cajones de la mesilla. Era una mala manía que no podía evitar
cada vez que estaba con un chico para asegurarme de que no me acostaba con
ningún psicópata.
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