domingo, 9 de febrero de 2014

Fragmento perteneciente a La Dulce Caída



Juan no era tan tonto como yo pensaba. De hecho, era un tío estupendo y me encantaba. Fueron unos meses felices en los que aprendí a apreciar el sentido de una caricia y a destornillarme de risa cada vez que me componía canciones y me las cantaba  en  privado con absoluta motivación. Fueron también días de mucho vino y de abundante sexo, de fiestas que siempre terminaban con una sonrisa y un suspiro de placer y de resacas que, al abrigo de sus brazos tatuados, apenas dolían. Fue un grandioso verano que, tras el reencuentro en una etapa pasajera, se destruyó por completo en mi memoria.
       Llevábamos cinco meses sin vernos. Me subí al coche e hice un viaje en carretera de 800 km hasta el pueblo que estaban rehabilitando. Me moría de ganas de volver a sentirle. Desde que él se había ido, pocos Adonis habían pasado por mi cama y ninguno había sido capaz de hacerme gritar como había logrado él.  
Al llegar le telefoneé varias veces sin obtener respuesta. Me quedé dentro del coche, inquieta, esperando a que alguien saliera de esa gran casa medio destruida que habitaba en medio de la nada. Esperaba que ese alguien fuera Juan.
Cuando estaba empezando a entrar en la rueda de la desesperación vi salir de la puerta de la casa a uno de los chicos que también iba a clase conmigo, el más tímido el día de la paella: Javi. Se me iluminó la cara y noté que también él sintió una leve alegría al verme. Salí del coche y le recibí con un abrazo. Le pregunté por “el guaperas” y me dijo que estaba  ensayando con el grupo y que luego tenía que pasarse a hacer unas cosas en la casa de una amiga. Le había dejado a él encargado de ocuparse de mí sí me veía aparecer.
–Ven, entra y deja tus cosas, voy mientras a comprar tabaco y a dar un paseo al perro –dijo Javi con un tono seco. Por el brillo de sus ojos, creo que estaba bastante fumado.
Entré en la casa y me imaginé cual sería la habitación de  Juan, lo adiviné a la primera, tenía una foto de Buda en la puerta y otra de una actriz porno muy famosa justamente debajo. Entré y me senté en la cama, saqué un par de cosas de mi maleta y cotilleé cada milímetro de la habitación, incluyendo los cajones de la mesilla. Era una mala manía que no podía evitar cada vez que estaba con un chico para asegurarme de que no me acostaba con ningún psicópata. 

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sábado, 1 de febrero de 2014

Un sms



Al salir del bar volví a sentir la incomodidad de aquella cortina de luz matutina. Por el camino a casa, me obsesioné con la idea de que me estaba volviendo una persona muy negativa. No sabía a partir de qué momento mi mente había comenzado a ennegrecerse, supongo que el conjunto de las experiencias vividas fueron lo que cambiaron mi humor. Ahora parezco la eterna mujer amargada, que incluso alcanzando picos de felicidad consigo hacerla desaparecer en pocos minutos. Me gustaría ser una persona feliz, de las que se levantan y son felices, desayunan y son felices, están en el trabajo y son felices, se ven gordas y son felices, tienen dolor de estómago y son felices…Claramente, en ese mismo momento y con todo lo que había tomado, yo no parecía una persona de esas. 

—“Vaya desgraciada” – pensé victimizando un poco. Acto seguido me levanté de la cama aburrida de mis recuerdos y me tomé un Lexatin. Quería esconder esos pesares artificiales con halos de nihilismo y dormí las siguientes catorce horas hasta que un mensaje del teléfono móvil me desveló. Abrí los ojos de golpe e intenté incorporarme, mis manos temblaban  y  me sentía atolondrada. No sabía ni qué hora ni qué día era. La pastilla me había trastocado. Rápidamente enfoqué las pupilas y leí el nombre del remitente: EQUIS.

martes, 28 de enero de 2014

Capítulo 3: Gente normal



(...) Con el sueldo de “becaria-precaria” no me llegaba para vivir en un país en el que cada mes subían los impuestos de los productos básicos y bajaban  el  IVA de los de lujo, un lugar en el que el transporte era cada vez más caro y ofrecía menos servicios; el alquiler de las casas aumentaba con descaro y la factura de la luz se convertía en un lujo que muy pocos podían pagar a final de mes.                                     
Tuve suerte de encontrar otro empleo para los fines de semana en un centro cultural. Se trataba de algo sencillo, nada cansado ni difícil de hacer  pues ni siquiera requería un nivel de concentración superior al de mirar los escaparates de las tiendas. Era “auxiliar de sala”, una especie de vigilante, de punto de información y de ayuda para hacer distinguir a los clientes entre la puerta de la derecha, que es el baño, y la de la izquierda que lleva a la sala (no subestimemos la facilidad del puesto, pues muchas veces tenía que lidiar con personas a las que les decías derecha y se iban a la izquierda sin ser disléxicos siquiera). Había gente que te hacía tres veces la misma y absurda pregunta e incluso personas perturbadas mentalmente que salían, a voz en grito, con el propósito de poner una hoja de reclamaciones alegando que el calor de ahí dentro era excesivo (mientras más de la mitad del público ni siquiera se había quitado el abrigo). Estoy segura de que si toda esa rabia que observaba día tras día la hubieran guardado para protestar por causas sociales, ya habríamos ganado muchas luchas.
Pero peor que los espectadores posiblemente lo eran las compañeras de trabajo. El grupo estaba compuesto por Carmen, Lola y Blanca. A  pesar de la diferencia de edad, mantenía un trato cordial con ellas  basado en conversaciones acerca de sus vidas, de lo que hacían y lo que dejaban de hacer con su pedicura, el coche que acababan de comprar o la hipoteca que les quedaba por pagar. Eran absolutamente banales: Información  innecesaria carente de interés.
Desde el principio Blanca me pareció que era algo distinta, tuve la sensación de que encajaría bien con ella, quizás por ser la más joven entre ellas, pero al cabo de las semanas me fui dando cuenta de que era la más perturbada, llegando a sobrepasar en exceso los límites de cordura razonable.                                                    
 Entrábamos a trabajar a las cinco de la tarde y solíamos salir a las nueve. Era un horario que al principio me encantaba, pues odiaba madrugar y con hacerlo el resto de la semana ya tenía suficiente. Sin embargo, con el paso de los meses, comenzó a molestarme. No me apetecía cortarme a la hora de salir las noches anteriores, pues lo de levantarse a las 16 P.M era bastante duro si tenemos en cuenta que me acostaba a las dos de la tarde. Era una “jodienda” tener que pasar mi tiempo libre y mi resaca monumental aguantando a los humanos que vagaban por el centro. Hubiera preferido trabajar en un zoo.
La tarde en la que me di cuenta de que Blanca tenía un grave problema, llegué algo temprano, (...)

domingo, 26 de enero de 2014

Fragmento de la Intro de La Dulce Caída.



(...)" Cinco años después, coincidiendo con el fin de la carrera y con los excelentes resultados, de repente, mis sueños, mis esperanzas, mis deseos, sin olvidar también los de la mayoría de los jóvenes de mi generación, fueron ahorcados por una soga llamada Gobierno: el asesino de la moral y la educación, de la ciencia y del progreso. Un organismo formando por un grupo de seres que parece que en vez de estudiar la carrera de Políticas estudiaron la mejor manera de manipular y castigar a la gente, de destrozar el futuro y de enriquecerse con todo esto a costa de la angustia y de las lágrimas de los pocos seres civilizados que habitan aquí. 



Vivo en una ciudad  donde las relaciones económicas son más importantes que las personales, una ciudad con prisas, en la que te dan un pisotón en el metro y no solamente  te niegan una excusa, sino que encima te culpan a ti. En este lugar la gente está perdiendo sus trabajos gracias a los cuatro corruptos que les manejan  y aunque todos los días salgamos a la calle a protestar por nuestros derechos, no alcanzamos solución alguna. Se trata de una ciudad que ha perdido la esperanza y la moralidad, donde los maltratos están a la orden del día en las noticias, los ricos miran mal a los pobres y cuatro señores vestidos con traje se frotan las manos con nuestro dinero. La diferencia de clases se ha convertido en una especie de racismo del siglo XXI.
La nueva generación de jóvenes solamente busca el hedonismo, salir, beber y divertirse. Las mujeres se han convertido al masoquismo y no dejan de meterse en problemas enamorándose del chico guapo y el chico de moda acaba en alcohólicos anónimos tras salir del ingreso en el hospital por una gonorrea.
Mi ciudad es una gran urbe cargada de contaminación provocada por el “mejor invento de la historia”: el coche, causante de estrés, de altos niveles de contaminación ambiental y del 40% de los accidentes mortales. Se vive caro, se come mal y se respira peor. Es un lugar en el que si quieres obtener todas las comodidades y ser propietario de las caras tecnologías has de trabajar duramente más de ocho horas al día y luchar contra la competencia para conseguir ser el mejor de tu grupo (aunque sea deshuesando pollos). ”Siempre hay que tener lo mejor” es el eslogan que se suele ver en todos los anuncios de televisión y en los carteles publicitarios. Este es el absurdo y equívoco sentido de la vida que se ha creado en la sociedad a la que, según dicen, pertenezco.
Odio mi ciudad. Además, lo he dejado con mi novio y me siento absolutamente PERDIDA". (...)


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jueves, 23 de enero de 2014

AYUDA PARA LA EDICIÓN IMPRESA

HOLA A TOD@S!!necesito vuestra ayuda para la publicación de mi libro!!He creado un proyecto de crowdfounding (sistema de autofinanciación) en Verkami. Se trata de que aportando la cantidad que prefieras para obtener la recompensa que más te guste PRECOMPRAS el libro y haces posible que se materialice!Si en 33 días no consigo los 820 NO TE QUITAN NADA DE LA TARJETA y si lo consigo el cargo se hace efectivo. ES MUY FÁCIL Y SE TARDA 1 MINUTOl..Te metes en la página de verkami y le das al boton de la cantidad q quieras aportar, te va a pedir tu mail y una contraseña.seguidamente el numero de la tarjeta y listo!! REPITO, el cargo se hace efectivo 30 dias despues, es decir cuando el proyecto acaba, y solamente en caso de que haya conseguido los 820, si no, no se hace ningun cargo en tu tarjeta!! Gracias a todos por leermey espero vuestra ayuda.....SI QUIERES COLABORAR NO LO DEJES PARA MAÑANA X FAVORRRR!!

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jueves, 16 de enero de 2014

LA DULCE CAÍDA, AYUDA PARA LA EDICIÓN IMPRESA!!!!

Señoras y señores, La Dulce Caída ya está viento en popa a toda vela!!
Hago un llamamiento a todas aquellas personas que deseen leer el libro, que hagan sus aportaciones para obtener la recompensa que deseen!!
A continuación toda la información en:


http://www.verkami.com/projects/7292


http://www.verkami.com/projects/7292


http://www.verkami.com/projects/7292

Descripción del proyecto

¿DE QUÉ TRATA LA DULCE CAÍDA?
La Dulce Caida es una novelette que habla del absurdo del enamoramiento, de los celos, de las relaciones de pareja tóxicas, de las obsesiones y sobre todo, de la juventud, es decir, de todos y de cada uno de nosotros caracterizados en los personajes de Angie, Martina, Leo y Equis.
La protagonista es una joven perdida en un mundo que se ha convertido en lo contrario a lo que deseaba que fuera.
Angie es una chica descontenta con su presente y temerosa del futuro incierto que va asolando las calles de un país en crisis. Es licenciada en Derecho y trabaja de becaria desde que terminó la carrera. Para poder pagar las facturas encuentra un trabajo de acomodadora en un centro cultural de una ciudad asolada por la crisis económica. Como intento de evasión ante esta dudosa realidad, se ha enamorado. Y lo peor de todo es que se ha quedado prendada de la persona menos indicada, de un chico que le llevará a dar un salto al vacío sin paracaidas en la espalda.

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