viernes, 15 de junio de 2012

El nuevo inquilino de mi cabeza



El paso del tiempo puede vencer la batalla contra el olvido. Un buen día todas aquellas lágrimas que derramaste se secarán repentinamente con un cálido soplido proveniente de una boca ajena.
Entonces te das cuenta de lo absurdo que ha sido y sobre todo, lo absurdo y estúpido que has sido tú mismo en desperdiciar el tiempo derramando tu tristeza y llantos sobre aquel chico que te clavó una espina ya extraída.
Pensándolo bien ese escozor no sobra en tu vida. El lamento ante una desilusión viene bien a la hora de formar el alma. De todas maneras, podría haberme ahorrado la mitad de las gotas de agua salada que poco a poco desbordaron mi mar. Hubiera evitado la deshidratación mental y habría ganado un par de sonrisas. De sonrisas como la de el nuevo inquilino de mi mente. Ese que me ha hecho borrar las cicatrices de mi cuerpo. Los arañados, los cardenales, las magulladuras provocadas por un afín inadecuado. Después de cinco años él ha conseguido lo que una decena de hombres han intentado con esmero.
Y de repente me encuentro en una habitación en la que me encuentro a gusto, recogida, sana. Con unos besos que me erizan el alma. Una agudeza corporal digna de un maestro del esgrima. Calculado, sentido, hiriente de pasión y sexualidad…Estoy bien, me encuentro muy bien. De hecho hace días que siento ese ahogo estomacal que me propuse no volver a sentir en un largo tiempo. Pero es inevitable, una guerra entre cabeza y corazón tan fuerte como la del eros y el tanatos. Es un acto mordaz a la par que excitante. En el fondo no es algo nuevo para mi, porque estas situaciones han sido vividas repetidas veces a lo largo de estos años de curación. Siempre es lo mismo, pero a mi no me lo parece. Creo que nunca he sentido algo tan extremadamente fuerte, peligroso, excitante…simplemente bonito.
Me gusta, me agrada sentir sus manos por mi cuerpo, su lengua, su aliento en la nuca. Que me abrace al dormir, que me susurre al odio y que me lleve de viaje a la luna. Es perfecto, aunque la palabra perfección nunca se ha encontrado en mi vocabulario.
Pero tiene una fecha de caducidad cercana, como siempre. La distancia, el tiempo, los proyectos van a separar algo mágico digno de ser narrado en un cuento de hadas, solo que el final en este caso no será feliz. El tiempo juega con ventaja contra mi y me da sustos en cada esquina oscura. Se acerca sigilosamente a mi como una sombra en la oscuridad y eso me da miedo, me apabulla, me da ganas de gritar.

Sus ojos me miran, sus manos me desean, lo noto, en su voz, en su aliento, en su risa. Me toca como si fuera la primera vez que toca a una mujer.. Nos compenetramos a la perfección en un baile que bien podría estar en la categoría del tango. Somos una pareja rítmica, juntos formamos una melodía única y especial. Somos una canción de Jimmi Hendrix, improvisada, sentida, poesía en el aire, poesía en sus labios, poesía en su mirada, en sus dedos. Me está descuartizando el corazón con sus versos.
 Mi piel se eriza y no puedo evitar sentir escalofríos cuando me acaricia suavemente en las cálidas noches de verano. Una ambiente único, pleno, feliz, naturaleza humana en plena ebullición. Me pasaría la vida con el dentro de mi, aunque sea dentro de mi mente.

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