viernes, 7 de diciembre de 2012

26 años

 Dicen que los acontecimientos de la vida están relacionados los unos con los otros y todo pasa por alguna razón, que con el tiempo descubrirás y seguramente, aplaudirás. Todo tiene un sentido, en la mayor parte de los casos positivo, aunque sus primeras acciones puedan resultarte tan dolorosas como un puñetazo en el ojo. Al final todo sale como tiene que salir, todo te ayuda a aprender, a resurgir y a crecer internamente para lograr la verdadera felicidad y el descubrimiento de tu propia esencia, lo cual, al fin y al cabo es una de las cosas más importantes de esta, nuestra vida.

Ya no tengo coche, ni casa en la playa, mi Mac de hace nueve años ha pasado ha ser un “modelo vintage estropeado sin solución”, ahora soy yo la que cada mes tiene que dar una pequeña contribución a mis padres para los gastos, además ya no hay chica que limpia la casa, todos nos manchamos las manos.
Uno de los pocos elementos tecnológicos que tengo es un Ipod del año 2004, no suelo llevar reloj, ni anillos, ni pulseras, ni pendientes, he dejado de salir de fiesta todos los fines de semana, ya no voy a los clubs de moda, ni fumo habitualmente, tengo la cabeza y el cuerpo limpios pero no porque me pase horas en el gimnasio.
Casi todo lo que ahorro es para proyectos de futuro y para irme a vivir a otros lugares. He dejado de comprar revistas de moda machistas que crean complejos inexistentes en mujeres reales cargadas de manufacturaros complejos.
No veo la tele, me corto el pelo yo y jamás me han hecho la manicura. Eso sí, con la comida no escatimo.

A primera vista, esta situación puede parecer un drama para muchas personas que miran y tocan con los ojos. Para mí es uno de los momentos más felices para mi persona, que me está abriendo los ojos, haciendo que crezca y convirtiéndome en un ser humilde, alegre y positivo, dejando de lado preocupaciones ridículas, absurdas y opulentas y haciéndome una persona más fuerte, luchadora y amorosa.
Una vez fui capaz incluso de robar un billete a un familiar y eso no se olvida jamás. Con el tiempo te das cuenta de que el dinero tiene que ganárselo uno mismo y sobre todo, de que hay cosas que no se pueden comprar.

Ahora uso el transporte público, con lo que no contamino, ni me como horribles atascos de horas, o voy en bici e incluso andando, con lo que moldeo mis piernas y mi trasero, y por supuesto, ejercito mi corazón.
Ya no pierdo el tiempo gastando horas y horas delante del ordenador ni pensando qué modelito ponerme, o qué pensarán los demás, dedico mi tiempo a las personas que me rodean, ver crecer a una sobrina día a día es uno de los mejores regalos del mundo.

Consumo mucho tiempo en los libros y esto junto con la escritura me produce un placer indescriptible que solo unos cuantos agraciados conocemos.
Me siento bien cuando no tengo que pedir ni un euro a mis padres, me siento grande, ¡soy autosuficiente y puedo sobrevivir por mi sola!, cuando salgo a la calle ya no tengo que preocuparme con que me roben o llorar porque he perdido mi móvil o mi reproductor de mi mp3. Ahora tengo 3 cosas y esas tres cosas las cuido con mesura. Aunque al fin y al cabo, solo son eso, cosas.

Un vez por semana toca limpieza general, con un poquito de música, mi pareja y yo limpiamos potentemente nuestros aposentos rodeados de bailes y exóticos movimientos palo de fregona en mano. Nos divertimos, no protestamos, no nos quejamos, solo vivimos con una sonrisa en la boca dando gracias por todo lo que hemos logrado juntos y separados.

Ahora sé las cosas que tengo en el armario, me he dado cuenta de que no merece la pena guardar la ropa de cuando tenía 15 años y que es mejor dársela a otra gente que la necesita más que yo, he dejado esa antigua manía de los recuerdos y las reliquias. Eso me hace sentir bien.
Ya no gasto mis viernes, sábados y domingos (e incluso a veces lunes) en ir de fiesta, en beber, fumar y salir a hacer el capullo a discotecas de precios abusivos, que se aprovechan de los más jóvenes y a estar rodeada de gente, en su mayor parte, superficial que lo único que sabe hacer y que se les da bien es eso mismo, salir de fiesta. (Eso sí, el día que salgo , me pongo hasta nerviosa y salgo por todo lo alto.)
Ya no voy a buscar al tío más bueno del garito, lo tengo en mi cama todas las noches.
Ahora me levanto pronto, me voy con él  o mis 4 mejores amigos a divertirnos al campo, a descubrir nuevos sitios del barrio, a perdernos y reírnos, a hablar con la gente, a ver una peli, a cocinar, a clases de yoga o a crear un programa de televisión que pueda ayudar a los demás.

He desarrollado mi creatividad y me he convertido en “cosas” que nunca pensé que sería: profe de inglés infantil, coordinadora de protocolo, monitora de ocio y tiempo libre, extra en películas y videos, doble en una peli de Almodóvar, camarera e incluso presentadora de un programa (y lo que queda…con ganas, ¡una aprende de todo! Y cuanto más aprendes, más te vales). Y cuando te hacen un regalo, las sonrisas no llegan a abarcar toda la cara, se salen de ella.

He conocido a gente agradable y no tan agradable de distintos ámbitos y me he dado cuenta de una cosa tangible por mis propias manos: en España no tienen ni puta idea de organizar nada, todo va a dedo y quien no es un chorizo es un explotador.  Crecer y conocer son mis fines.

Ahora disfruto el doble de los viajes. Es un verdadero regocijo gastar tu esfuerzo invertido en el trabajo en el puro placer. Pero no me refiero a los hoteles de 5 estrellas o a los restaurantes de comida cara (y mala, en algunas ocasiones y lo sé por haber trabajado en sitios muy caros en apariencia y muy pobres en presencia). No. Me refiero a coger una mochila y recorrer a pie las ciudades y las playas, a conocer gente, a disfrutar de un atardecer o de un amanecer en otro lugar, como si fuera el último de tu vida. A mi me gusta ser viajero, no turista, pasarme en tirada en la toalla cuatro horas seguidas todos los días me aburre. A las “comodidades” contrarias a la palabra “básica”, que si se usan a diario ( q no digo yo que de vez en cuando un jacuzzi sienta de lujo…) le llamo yo opulencia y esto, según la RAE significa : “Abundancia o riqueza excesiva de bienes, exceso de cualquier cosa.”Significa eso y todo lo que la palabra conlleva en un momento de crisis económica mundial. La moral, cada uno la tiene donde quiere. Pero muchos deberían de cagarla. La opulencia gratuita no da envidia, da asco. Las falsas comodidades para mi son como el chiste de “¿Cuál es el colmo de un vago? Hacerse una liposucción para no tener que hacer ejercicio”.

He vivido en distintos lugares de Europa y he conocido a gente incluso de Trinidad y Tobago (sí, esas islas semidesconocidas del caribe), he aprendido a lidiar con compañeros de piso con problemas psiquiátricos, con chicos iguales o peores y he aprendido a arreglar tuberías del baño que estallan en el momento más inesperado. Me gusta hablar con la gente, hablar inglés, francés, español e incluso alemán y conocer las palabras básicas del holandés o el portugués. Me gustan los idiomas, me gustan las diferentes culturas. He besado a hombres y mujeres, he amado y he odiado, me han querido y no me han olvidado, la suerte me ha acompañado y otras veces he tenido yo que ir a buscarla, pero ante todo, no culpo al destino, pues esa sería la excusa más barata.

Por supuesto no pago por ir al gimnasio, hago jogging y boxeo con mi pareja, él me enseña, yo aprendo. Yo le enseño Pilates, él aprende algo nuevo. Mi cuerpo se mantiene en forma y mi cabeza también…¿te aburres?¡Pues vamos a pelear! He descubierto que el deporte es algo necesario para todo ser humano y no lo pienso separar de mi vida.

Adoro dormir todas las noches abrazada a él, me encanta una conversación en la bañera con una copa de vino o un paseo por la Gran Vía o bailar en pelotas cualquier tema de música electrónica.
Vernos todas las noches una película, me ha hecho comprender y conocer el cine, pues en año y medio más de 400 films es una buena lista.
Mis regalos favoritos son los libros y los besos y abrazos. He aprendido tres idiomas. Veo, observo, leo, aprendo, escucho y pienso. Sobre todo, pienso.

He dejado de lado la envidia, pues estoy feliz conmigo misma aunque me falten todas las extremidades de mi cuerpo o deje de usar la talla 36. Y sobre todo, he llegado a comprender que la felicidad entera y completa no existe y que el dolor y las desavenencias son absolutamente necesarias en la vida. Todo consiste en buscarse, en encontrarse. Eso sí, solo tú mismo puedes manejar tu calma interior, eliminar tus iras, tus rabias, tus celos, tus ganas de joder a los demás. Limpia toda la contaminación que llevas dentro y verás la luz del día con otros ojos.

¡Y que me quiten lo “bailao”!…con tan solo ocho años viajé a Nueva York, Florida y Orlando y me monté en todas las atracciones de todos los increíbles parques temáticos que allí visitamos. ¡El sueño de toda niña!Italia, París, Inglaterra, Andorra, España, Portugal, Egipto, Marrakech, Hungría, Cuba…. Quedarán perennes en mi memoria, aparte de por el disfrute porque todo esto no es gratuito y deberá tener una recompensa a las personas que hicieron posibles todas estas aventuras. Gracias a papa y mama, a los cuales agradezco de todo corazón el haberme dado cada cosa en su momento y más que nada en quitármelo todo cuando empecé a tener la posibilidad de obtenerlo por mi misma. Gracias por la educación, el buen gusto y sobre todo el buen humor ante lo blanco y también ante lo negro. Gracias por ayudarme a hacerme como soy, eso sí, siempre en versión mejorada.

Y si esto no es vida, contadme lo que es, porque en mi cabeza no cabe nada mejor que lo que ya he conseguido a mis 25 milésimos años (ya 26). Y, por supuesto, no dejemos de tener sueños, de aprender, de movernos y de disfrutar todo lo que merecidamente está por llegar. Busquemos lo que queremos encontrar y estemos donde queremos estar y sobre todo seamos. Algo, pero seamos.

Así que…¡dejad de quejaros, dejad de llorar, analizaros, estaros solos 24horas con vosotros mismos, no os tengáis miedo ni tampoco temáis a la soledad y empezad a apreciar todo lo que tenéis, que es más de lo que pensáis! Tan solo mirar un poco dentro de vosotros, sí, ahí, en ese gran espacio que hay entre tu corazón y tu cerebro.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Una novela abierta



La cantidad de tonalidades de colores y de especies marinas que existen puede equipararse a las distintas visiones que hay sobre un mismo tema. Es incomprensible para cualquiera de nosotros que lo que uno ve blanco el otro lo vea cien por cien negro. Y ante esta incapacidad de comprensión comienzan los problemas maritales.

No puedo llegar a entender como V tenía esa absurda y egocéntrica visión de la crueldad de nuestra relación. Es tan absurdo como que Rajoy siga diciendo que él ha hecho en el poder todo lo que ha podido para solucionar la crisis y de la mejor manera posible. Como dicen los ingleses: “bullshits”.
 El día que nos conocimos compramos un libro con las páginas en blanco para que fuéramos nosotros mismos los que escribiéramos nuestra novela. El género buscado era el de "historia de amor", pero poco a poco, con el paso de los meses, las letras se fueron acomodando creando palabras que bien podían definir al libro como “una historia dramática”.

Me acuerdo de los primeros días, de la pasión que había entre nosotros y de la intriga y  el misterio que me desprendía. Él me resultaba atractivo y con un interior cargado de sentimientos y actividad, de positividad y acción, de lucha, de alegrías y sonrisas. Miraba sus fotos, su pelo negro, sus ojos azúl claro..jamás había tenido a semejante ángel cogiéndome de la mano y haciéndome el amor. 
En cada imagen de sus viajes, que observaba con todo detalle, le imaginaba a la perfección (subjetiva) y creaba su comportamiento en aquellas fiestas y lugares paradisiacos. Y, maliciosamente, me celaba al imaginar que otras le tocaban y que él también lo hacía con ellas. Me daba envidia que hubieran compartido esos momentos contigo. Afortunadas. 

Yo me llevé lo peor. Fui observadora de una transformación absoluta en su ser. Pasó de ser el chico 10 al maldito demonio mentiroso que me odió.¿Qué le paso? Comenzó a transformarse en un niño desagradable y lleno de manías incurables.

Me gustaba ver sus fotos con coleta, sus caritas de payaso. Alababa sus consejos a cerca de la búsqueda de la felicidad y de los planes de futuro en los que yo aparecía cogida de su mano. Era un estado maravilloso del cual tengo que forzarme a olvidar y salir de ahí, convertirme en un agujero negro que todo lo traga, sin regurgitaciones ni vómitos, sin vueltras atrás, plano, vacío. Debo evitar recordarlo para no hacerme daño, ni a mi, ni a los recuerdos. 

Desafortunadamente, le idealicé y si volviera a ser la persona que conocí aquel 1 de junio compartiría mi vida con él hasta que llegara el final de ese libro en blanco que llenamos de tachones y arañazos convirtiéndolo en una historia sin término, en una novela de esas que dicen “abiertas al lector a todo tipo de elucubraciones acerca de su final y del significado de los acontecimientos”. Acontecimientos que están por llegar.




lunes, 19 de noviembre de 2012

Culpables

  Un acusación es la atribución a una persona de un delito, una culpa o una falta.
Parte de las veces en las que se acusa a alguien de algo se realizan con conocimiento de causa y pruebas eficaces, la mayor parte de las veces sin ellas.

Cuando tenía diecinueve años y me disponía a salir del baño, tuve la mala suerte de aparecer tocándome la nariz (tiendo a los catarros y a los mocos) y una tía mía, a la que quiero y aprecio se cruzó en ese mismo instante conmigo y me acusó de estar metiéndome cocaína, cuando en ese momento lo único que salía de mi nariz eran mocos y mi entrada era completamente vírgen. Acto seguido, tras intentar explicar la verdad, (que estaba haciendo pis y que me picaba la nariz porque sí) me eché a llorar de impotencia.
Las cosas duelen cuando no son reales y el resto se empeña en demostrarlas como ciertas. Vale que ya fumaba mis porritos o salía de fiesta con mis primas, como cualquier persona en su primeriza juventud,  pero de ahí a esnifar hay un gran trecho.

Siempre recordaré el sentimiento de eso momento, cuando harta de rabia ves que no te creen, están convencidos de que mientes y pasas a ser “la yonki de la familia”.

Creo en el poder de la verdad, las evidencias hay que aceptarlas, como acto de cortesía con uno mismo. Por eso aquella vez que, por ciertas circunstancias, tuve la desfachatez y la poca vergüenza de tomar prestado, sin consentimiento, es decir, de robar 50 euros a una persona que quiero, lo asumí, pedí perdón, me arrepentí, me avergoncé por el resto de mi vida y me fustigué cual político corrupto en otro mundo distinto a este. Asume tus errores y gana en sabiduría.

Hoy me he despertado con el titular periodístico de que tres policías declaran al juez que no existía seguridad en el Madrid Arena.
La verdad es que lo ocurrido el día de Halloween en Madrid está remordiéndome los intestinos, no solo por la gravedad y la tristeza de lo ocurrido, también por el desarrollo de los posteriores hechos relacionados con la culpabilidad del accidente.

Hay una serie de pruebas infalsificables que demuestran que hubo fallos en cuanto al sobrepaso del aforo, también a la falta de controles y de seguridad del recinto en general y de la fiesta en particular.
Desde las primeras horas del fatídico 31 de octubre estamos viendo los videos grabados por los asistentes en los que se ve claramente que esa fiesta era un desmadre (como cualquier otra macrofiesta), que había gente hasta tirando bengalas y que la sala principal del lugar, la cual albergo 3000 y pico personas coge ese “y pico” y lo transforma en más de mil. Escuchamos los testimonios de personas que presenciaron esa noche y aseguran que nadie les revisó los bolsos ni apenas las entradas y vemos a jóvenes comentando que fue la peor noche de sus vidad.
 Y ante estos hechos tangibles, visibles y creíbles, señores con intereses absolutamente materiales, nos dicen que todo era correcto, que en ningún momento se sobrepasó el aforo de la entrada y que a todo el mundo se le pidió su ticket y se le realizó el debido control de entrada. Creo que toman a millones de personas por tontas, por ciegas, por sordas y un largo etcétera sobrante.

Se está empezando a acusar a los responsables de mentir desde el primer momento en que tienen la urgencia de darnos unos datos no comprobados siquiera por ellos mismos.
Y…¿Alguien ha visto al encargado del evento llorando y quitándose su culpa? ¿Se fustiga Ana Botella por intentar ocultar una verdad (o un montón en su caso..) y que la descubrieran con las manos en la masa? ¿Ha aparecido algún miembro de seguridad de los que trabajaban esa noche en ese recinto mostrando su formación o su sueldo y asumiendo la veracidad de los hechos?
¿Acaso no tiene la poca vergüenza el señor Rajoy en decir que lo peor de la crisis ya ha pasado y estamos avanzando?

Las acusaciones verdaderas hay que defenderlas con moralidad y las falsas con actos y pruebas, con sudor y lágrimas. Pero en este país la palabra moral no existe y las gotas de sudor de las frentes de los trabajadores se las esnifan los que tienen el poder más asqueroso que existe: el dinero.




viernes, 12 de octubre de 2012

Un suspiro



Tengo ochenta años y creo que jamás podré escribir “tengo ochenta y un años”. Me encuentro en un estado de paz que me va guiando hacia la muerte más certera. Estoy en calma, tranquila, esperando que venga a buscarme y llevarme con ella debajo de su vestido negro ardiente. La verdad es que no deseo vivir más. Creo que ya he hecho todo lo que tenía que hacer aquí. ¿Miedo? No tengo ningún miedo, tan solo cierta intriga porque no sé cuanto me dolerá y ese miedo se transforma en el sufrir.

Estoy tumbada en la cama en la que he dormido los últimos treinta años de mi vida, cama que solamente compartí conmigo misma y con mis sueños, mis comidas, cenas, meriendas, libros, revistas y cigarrillos. No puedo andar, solo permanezco tumbada y desde aquí, mi trono, veo todo lo que ocurre a mi alrededor. Miro por la ventana que tengo en el lado derecho y además tengo un aparato de televisión en la mesita de enfrente. Habito con mi hija y mis nietas y puedo decir que ellas son lo que más merece la pena de mi existencia, mi descendencia, lo único que quedará de mi, cuando, dentro de pocos días me esfume.

Hoy un sentimiento de melancolía no me deja dormir. Es como si echara de menos todo lo que fui y todo lo que soy. Y en ese momento pienso en que me voy a ir. Y aunque ya no quiera vivir más, me entristece el hecho de desaparecer de esta realidad que me ha rodeado desde que nací. Y es que todo ha pasado tan rápido…aún siento al recordar la primera de mis memorias, con tres años, jugando con mi padre al escondite. Y ahora miro mis manos arrugadas, siento mi corazón latiendo tan despacio y recuerdo lo rápido que ha latido durante tantos momentos de mi vida: los besos con los chicos, con las chicas, los guateques, los viajes, Egipto, Canadá, Estados Unidos, el padre de mi hija, el aire fresco del norte, los baños en la playa y un sin fin de recuerdos que esta noche no me dejan dormir.

La verdad es que no todo fue tan bonito. También he vivido la muerte de mis cinco hermanos y la de mi madre en la más absoluta soledad. Y esos recuerdos tampoco se olvidan, aunque intento apartarlos en el lado más recóndito de mi cerebro para que no puedan encontrarme y destruirme como ya lo hicieron en  su momento.

No se con qué perspectiva mirar mi vida, no puedo poner una puntuación, decir que fui increíblemente feliz o asquerosamente triste. No puedo hablar de mi ni de lo que siento días antes de morir. Solo puedo definirla con un recuerdo que me viene a la cabeza. Un recuerdo de cuando cumplí dieciocho años, en la playa, en la casita que teníamos frente al mar. Ese día, me deslicé en la arena, miré al frente y cerré los ojos para imaginarme como sería cuando fuera vieja y cuanto viviría. Años después, en este mismo momento vuelvo a abrir los ojos y descubro que la vida, es un suspiro,

lunes, 24 de septiembre de 2012

Todos vamos a morir

 
La muerte es eso que nos acecha en cada inspiración. La incertidumbre de la vida nos lleva a plantearnos preguntas de las que jamás encontraremos respuesta. Yo llevo planteándomelas desde que tenía cinco años. Tras descubrir que ni el Ratoncito Perez ni Los Reyes Magos ni Dios eran verdaderos y tangibles empecé a preguntarme que pasaría cuando yo desapareciera.
La angustia vital me acompaña desde el primer día que asomé al mundo y creo que el hecho de haber emergido con el cordón umbilical atado a la garganta dice mucho acerca de mis actuales ansiedades. ¡Yo estaba mucho más tranquila en el paraíso intrauterino!

Mis pensamientos negros imaginan todos los funerales de mis seres queridos, incluso el mío. En mi mente he vivido tsunamis, atropellos, raptos, accidentes de coche, de avión, de barco, infartos cerebrales y un sin fin de cosas desagradables y tristes que me mantienen enchufada a esa tragedia que, por el momento, pasa desapercibida por mi lado. Es un intento de preparación ante lo peor, ante lo posible, ante lo que millones de personas sufren cada día. Y yo, en vez de celebrar mi fortuna, me pongo en el pellejo de aquellos que no la tienen. Es el miedo a la fragilidad lo que mueve estos sentimientos. El miedo a pensar que cada uno de nosotros, tan especiales, tan únicos y mágicos, es como un simple y milésimo grano de harina que se cae al derramarse del paquete y nadie se da ni cuenta.
Me duele la inseguridad del cuerpo humano. Me destroza pensar en que somos débiles y que en cualquier momento fugaz podemos desvanecernos por completo.

No quiero ni pensar (y lo hago…) cómo podré seguir adelante tras la muerte de la gente que amo. O cómo ellos lo podrán hacer tras la mía. Y sobre todo, el hecho de morir sola, de evadirme de la Tierra hacia…¿hacia dónde? ¿Qué pasa cuando morimos? Otro maldito misterio de la existencia humana que me provoca un nudo en el estómago solo al cuestionarla.
Siempre queda la esperanza de la reencarnación, aunque tampoco me alivia demasiado el saber que si nazco otra vez no voy a poder estar  con las mismas personas con las que he compartido esta, mi vida. No se que será peor….si evadirme por el resto de la eternidad (eternidad…solo nombrarla me hace sentir escalofríos) o reencarnarme una vez tras otra , en ocasiones con suerte y otras sin ella.
Y es que…¿qué queda de nosotros cuando nos morimos?¿Que queda de nuestra grandiosidad personal?¿Que queda de nuestros rasgos, de nuestro carácter y personalidad? El recuerdo en los que nos conocieron. ¿Y cuando todos estos mueran? No quedará nada, absolutamente nada. Y pensar eso, directamente me mata.
Por eso creo que la vida es el ahora, este momento , que hay que aprovecharlo y disfrutarlo en cada segundo y eliminar preguntas que nunca tendrán respuesta, eliminar esta angustia del sin vivir, este desasosiego y mirar al frente, a lo que actualmente tenemos delante.

Debemos intentar ayudarnos los unos entre los otros, hacer esta espera mortal más amena y feliz y dejarnos de tonterías, de jodiendas, de desgracias provocadas, de egos subidos, de inclinaciones ante el poder inexistente, de materialidades fugaces y absurdas, de críticas y malhumores, de ganas de molestar, de envidias, de operaciones de cirugía, de complejos, de alabanzas…pues al fin y al cabo…TODOS VAMOS A MORIR y todos seremos el mismo polvo de mierda.


domingo, 9 de septiembre de 2012

¡Que cambien los demás! ( por Borja Vilaseca)


"Desde que nacemos se nos adoctrina para hacernos empleados sumisos y consumidores voraces, y así perpetuar el sistema"

"Como en general huimos de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacía ninguna parte"


Tenemos tanto miedo al cambio, que muchos nos aferramos a una serie de mecanismos de defensa para no cuestionar las creencias con las que la sociedad ha moldeado nuestra identidad.

Cuenta una historia que el joven rey de un imperio lejano se cayó un día de su caballo y se rompió las dos piernas. A pesar de disponer de los mejores médicos, ninguno consiguió devolverle la movilidad. No le quedó más remedio que caminar con muletas. Debido a su personalidad orgullosa, mandó publicar un decreto por el cual se obligaba a todos los habitantes a llevar muletas. Las pocas personas que se rebelaron fueron arrestadas y condenadas a muerte. Desde entonces, las madres enseñaron a sus hijos a caminar con muletas en cuanto comenzaban a dar sus primeros pasos.

Como el monarca tuvo una vida muy longeva, muchos habitantes desaparecieron llevándose consigo el recuerdo de los tiempos en que se andaba sobre las dos piernas. Años más tarde, cuando el rey finalmente falleció, los ancianos que todavía seguían vivos intentaron abandonar sus muletas, pero sus hue­sos, frágiles y fatigados, se lo impidieron. A veces trataban de contarles a los más jóvenes que años atrás la gente solía ca­minar sin utilizar ningún soporte. Pero los chicos solían reírse de ellos.

Movido por la curiosidad, un día un joven intentó caminar por su propio pie, tal y como los ancianos le habían con­tado. Al caerse al suelo constantemente, pronto se convirtió en el hazmerreír de todo el reino. Sin embargo, poco a poco fue fortaleciendo sus entumecidas pier­nas, ganando agilidad y solidez, lo que le permitió dar varios pasos seguidos. Su conducta empezó a desagradar al resto de habitantes. Al verlo pasear, la gente dejó de dirigirle la palabra. Y el día que el joven comenzó a correr y saltar, nadie lo dudó; todos creyeron que se había des­quiciado por completo. En aquel reino, donde todo el mundo sigue llevando una vida limitada con muletas, al joven se le recuerda como "el loco que caminaba sobre sus dos piernas".

LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD

"Sé obediente. Estudia, trabaja, cásate, ten hijos, hipotécate, mira la tele, compra muchas cosas. Y sobre todo, no cuestiones jamas lo que te han dicho que tienes que hacer" (PeterJoseph)

No hay nadie a quien culpar. Pero lo cierto es que desde el día en que nacemos se nos adoctrina para que nos convirtamos en empleados sumisos y consumidores voraces, perpetuando el funcionamien­to insostenible del sistema. Así es como, al entrar en la edad adulta, seguimos la ancha avenida por la que transita la mayoría olvidándonos por completo de seguirnos a nosotros mismos, a nuestra voz interior. Por el camino nos desconectamos de nuestra verdadera esencia de nuestros valores y principios más profundos construyendo una personalidad adaptada a lo que nuestro entorno más cercano espera de nosotros.

Si bien la sociedad y la tradición ejercen una poderosa influencia sobre cada uno de nosotros, en última instancia somos libres para tomar decisiones con las que construir nuestro propio sendero. Es una simple cuestión de asumir nuestra parte de responsabilidad. Sin embargo, tomar las riendas de nuestra existencia nos confronta con nuestro miedo a la libertad. Prueba de ello es que tendemos a ridiculizar procesos y herramientas -como el autoconocimiento y el desarrollo personal- orientados a cambiar nuestra mentalidad.

LOS SIETE ENEMIGOS

"Formamos parte de una sociedad tan enferma que a los que quieren sanar se les llama raros y a los sanos se les tacha de locos" (Jiddu Krishnamurti)

Al obedecer las directrices determinadas por la mayoría, hacemos todo lo posible para no salirnos del camino trillado, rechazando sistemáticamente ideas nuevas. No nos gusta cambiar porque a menudo lo hemos hecho cuando no nos ha quedado más remedio. Por eso lo solemos asociar con la frustración y el fracaso. Tanto es así, que existen siete mecanismos de defensa cuya función es garantizar la parálisis psicológica de la sociedad.

El primer mecanismo de defensa es el miedo (1), el más utiliza­o por el statu quo como elemento de control social. Cuanto más temor e inse­guridad experimentamos los individuos, más deseamos que nos protejan el Estado y las instituciones que lo sustentan. Basta con bombardear a la población con noticias y mensajes con una pro­funda carga negativa y pesimista.

Enseguida aparece en escena el autoengaño (2), es decir, mentirnos a nosotros mismos -por supuesto, sin que nos demos cuenta- para no tener que en­frentarnos a los temores e inseguridades inherentes a cualquier proceso de trans­formación. Para lograrlo basta con mirar constantemente hacia otro lado. Como dijo Goethe, "nadie es más esclavo que quien falsamente cree ser libre".

Por esta razón, el autoengaño suele dar lugar a la narcotización (3). Y aquí todo depende de los gustos, preferencias y adicciones de cada uno. Lo cierto es que la sociedad contemporánea promueve infinitas formas de entretenimiento que nos permiten evadirnos las 24 horas del día. Dado que en general huimos permanentemente de nosotros mismos, lo más común es encontrarnos con personas que no van hacia ninguna parte.

Con el tiempo, esta falta de propósito y de sentido suele generar la aparición de la resignación (4). Cansados físicamente y agotados mentalmente, decidimos conformarnos, sentencian­do en nuestro fuero interno que "la vida que llevamos es la única posible". Asumimos definitivamente el papel de víctimas frente a nuestras circunstancias.

ARROGANCIA Y CINISMO

"Ninguna persona cambia hasta que su situación deviene insoportable" (José Antonio Marina)

En caso de sentirnos cuestionados sole­mos defendernos impulsivamente por medio de la arrogancia (5), muchas ve­ces disfrazada de escepticismo. Esta es la razón por la que solemos ponernos a la defensiva frente a aquellas personas que piensan distinto. Al mostrarnos sober­bios e incluso prepotentes, intentamos preservar nuestra rígida identidad.

Si seguimos posponiendo lo inevitable, la arrogancia suele mutar hasta convertirse en cinismo (6). Sobre todo tal y como se entiende hoy día. Es decir, como la máscara con la que ocultamos nuestras frustraciones y desilusiones, y bajo la que nos protegemos de la insa­tisfacción que nos causa llevar una vida de segunda mano, completamente pre­fabricada. Tal es la falsedad de los cíni­cos, que suelen afirmar que "no creen en nada", poniendo de manifiesto que en realidad no creen en sí mismos.

Por último, existe un séptimo mecanismo de defensa: la pereza (7). Y aquí no nos referimos a la ' definición actual, sino al significado original. La palabra pereza pro­cede del griego acedia, que quiere decir "tristeza de ánimo de quien ' no hace con su vida aquello que intuye o sabe que podría realizar".

En fin, nadie dijo que fuera fá­cil, pero para empezar a cambiar , solo hay que dar un primer paso.

PRISIONEROS DE LAS CREENCIAS

Un niño fue al circo con su padre y quedó fascinado con un enorme elefante, de fuerza descomunal. Al terminar la función, el chico vio cómo el domador ataba una de las patas del animal a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Le sorprendió constatar que la estaca era un minúsculo pedazo de madera.

- "Papá, ¿cómo puede ser que el elefante no se escape?': le preguntó.

  Y su padre le dijo: - "Porque está amaestrado".

  - "Y si está amaestrado'; insistió el chico, "¿por qué lo encadenan?".

  El padre no supo qué decirle. Otro hombre que había escuchado la conversación le reveló la respuesta:

"El elefante no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que nació. Al principio trataría de soltarse, empujando con fuerza. Pero siendo un elefantito, la estaca era demasiado resistente para él. Y así continuó hasta sentirse agotado, impotente y, finalmente, resignado. Ahora ya ni se lo plantea".

“Y a quien le gusten estos valores de la sociedad y se sienta a gusto con ellos, me alegro, no será objeto de mi crítica, al contrario, ¡que los disfrute!!

viernes, 31 de agosto de 2012

Walk away


A veces simplemente tienes que darte la vuelta y huir.
Trata de luchar contra el ejército de sentimientos armados con estacas, coge la puerta y vete sin mirar atrás. Es fácil decirlo y hacerlo se convierte en todo un acto heroico que solo los más fuertes podrán realizar para después alcanzar la gloria.

Un larga noche, una mañana aún más larga. Estoy tumbada en mi cama, sola, otra vez. Hace frío, fuera llueve con fuerza y dentro de mi también. Miro a mi alrededor, intento divisar algo y lo único que veo es a la oscuridad del mediodía. Te busco en ella y no estas.
Mientras tanto mi cabeza no deja de enloquecer e imaginarte como en este mismo momento estas besando a cualquier otra, estas haciendola el amor tan suavemente como me lo hacias a mi y estas diciendola todas aquellas palabras que hace menos de tres días me pronunciaste a mi . No puedo. Creo que aún soy una niña enganchada en un mundo de adultos bastante cabrones.

Ya estoy cansada de ríos de lágrimas resultantes del dolor que provoca el jodido amor. Todos somos unas víctima del enamoramiento, de las caricias y miradas. Hay que cambiar.

La femme plus belle du monde

  Tu sais pourquoi tu es avec ça fille?
Parce que tu n’as pas reencontré une autre. Ça veut dire que elle est ton deuxieme assiete, ça forme de tranquilité que tu as pour n’etre pas seule…

Elle sait que tu as ensaye de draguer avec toutes les filles et qu’elles t’on dit  non…Elle sais la classe de tipe de mec que tu es, le tipique mec…comme tous…mais elle t’ai vu d’une forme diferent. 

Elle est franchement idiot…et elle se sent comme ça quelques fois a ton côte…Et ce que tu ne vois pas c’est que elle peut etre avec quelque garcon qui s’a render fou pour elle..mais elle t’a choisi a toi.Qui, a toi.

Tu cherche a la fille de ton reves, la fille la plus belle de toutes, la plus haute, la plus blonde avec  la meilleur visage…
Mais ça n’existe pas, c’est une “utopia”. Tu perde le temp…Je te l’ai dit parce que je sais de que je parle. Tous ont cherche ça quelque fois…

Mais non…c’est un erreur…Ce que tu dois faire c’est ouvrir d’une fois les yeux, finir avec la fantasie et voir ce que tu as devant de toi.
Biensur ça sera meilleur que tes reves avec la femme la plus Belle du monde…

Tu sais pas qu’est ce que tu as jusque tu le perdrerais…

miércoles, 15 de agosto de 2012

Naufragio. Capítulo1: La llegada de Marie.


NAUFRAGIO. (Novela de Ficción por capítulos)

La llegada de Marie.



Las llamas se han apagado y ha llegado la hora de quemar los restos del naufragio y convertir en cenizas todo aquello que un día me destrozó el alma.
Desde el momento en el que el avión despegó, restos de combustible en forma de recuerdos fueron expandiéndose por el contaminado aire negro de Madrid. Poco a poco y a cada milla que avanzaba, ese cielo negro fue haciéndose cada vez más azul llegando al culmen de la claridad en el momento en el que aterricé en suelo extranjero.
El simple hecho de estar en un lugar nuevo, con caras distintas a las habituales y un idioma internacional en boca de todos me hizo sentir que una nueva etapa de mi vida había comenzado.

Y la verdad es que hay que tener huevos para mandarlo todo a la mierda, despedirte de los que quieres y dejar de lado a los que te quisieron. Pero era la única elección posible para olvidar todo lo que había pasado antes, después y durante el incendio. Cuando piensas que no vas a caer más bajo, una cadena imantada repentinamente se te ata en el cuello y tira de ti hacia el más profundo de los infiernos. La caída es difícil, pero se que tiempo después acabaré agradeciéndola, de hecho ya empiezo a hacerlo.

Sinceramente, no se por donde empezar a contar mi historia ni con qué adjetivos decorarla. ¿Tema? El más universal de todos y el único que se me da bien al definirlo y mal al ponerlo en práctica:  El amor. Puede parecer aburrido escuchar siempre las mismas cosas sobre él, acerca de luchas entre corazones que se aman y que tienen un destino fatal, hablar de rupturas, de pasiones, de amantes y de relaciones matrimoniales que se van al garete por culpa de la rutina. Pero esta historia no tiene nada que ver con eso. Es una mezcla de todas ellas llevadas al máximo extremo de la vida, al drama.
Pensándolo bien, lo definiría con palabras como locura, masoquismo, obsesión y dolor, mucho dolor. Me hicieron mucho daño y acabé rompiéndome el corazón yo sola, estrujándolo  y rebanándolo con mis propias manos.

Para llegar a entender el presente siempre es necesario remontarse al pasado así que empezaré esta historia remontándome al momento previo a conocer al actor secundario de la misma.

En esos tiempos disfrutaba de mi soledad. Tras una serie de dolorosas y juveniles rupturas amorosas me había encontrado a mí misma y no deseaba nada más que tener sexo esporádico y que de vez en cuando me acariciaran la mejilla mientras dormía. No pedía más. Todo era sencillo. Las heridas estaban cerradas. Y al hablar de heridas me refiero a que siempre me he rodeado de promiscuidad y alevosía. De deseos e infidelidad. De sexo y mentiras.¿Fui yo o fueron ellos?
Desde pequeña veía que los chicos iban por las golfas, a por las que tenían el par de tetas con el que yo no contaba. Me enamoraba además de los guapos, los chulitos y ligones del grupo. Gente con encanto y con mucho golferío…La maldad tira del carro.
Mis amigas me “quitaban” a los novietes y estos cedían al mínimo escote que ellas mostraban sutilmente, yo mientras sufría en silencio y la envidia iba instalándose en mi con una raíz que ahora es muy difícil de arrancar. Inseguridad y frustración me creó todo aquello. Una inseguridad transformada en horribles celos provocadores de grandes crisis de ansiedad y bajada de autoestima.
A pesar de todo esto, consideraba a los hombres como seres sensibles y susceptibles de fragilidad, sobre todo aquellos que provenían de familias desunificadas, con padres separados y traumas de la infancia. Me los imaginaba como muñecos de porcelana, frágiles y sensibles, que desde muy pronto habían tenido que convertirse en hombres y sacarse las castañas del fuego con esfuerzo y lágrimas encerradas en su habitaciones adornadas con posters de coches y tías buenas. Eran seres que me atraían bastante porque sabía que detrás de esa carcasa tenían un mundo lleno de sensibilidad y amor.
Absurdo pero se incrustó en mi mente como una idea fatal.
Con el paso de los años y de los hombres intenté evitar este tipo de prototipos que no hacían más que destrozarme la mente y el corazón. Pero yo seguí insistiendo con mi complejo de Madre Teresa de Calcuta. Algo innecesario, pues antes que ayudar a los demás debía encontrarme y ayudarme a mi misma. Y para ello he venido hasta aquí.

Mucha gente viene a este lugar para olvidar, pero yo no creo en el olvido, creo en la cicatrización. El olvido solo es un invento de nuestras mentes. Puedes pensar que te vas para evitar recordar pero en ese simple pensamiento ya estas trayendo contigo a esa persona y esos hechos a tu mente. Con tan solo intentarlo. Aunque sí que es cierto el dicho que de que la distancia hace el olvido. Pero más que espacial, la cual ayuda también un poco, ha de ser sentimental.

La primera mañana que pasé en Malta decidí bajar a dar un paseo por mi barrio y matar la sed con una buena Cisk. No había mucha gente en el bar del puerto, perfecto, quería huir de los turistas y este local parecía más bien autóctono. Un par de pescadores, una mesa con jóvenes y una mujer especial, que llamó mi atención, aún no se por qué razón. La vida muchas veces te pone personas delante de tu camino que en un futuro serán muy importantes para ti.
Sentada en la terraza del bar, bebiéndose la cuarta cerveza, ella me empezó a hablar en francés. Me pidió un cigarrillo y le conté que hace años yo había estado viviendo en la bella París.  Charlamos, o charlé (hablar es uno de mis pasatiempos preferidos), acerca de mi situación. Después, cuando mi necesidad de hablar y desahogarme se calmó, comenzó su turno de palabra. Me dijo que había venido aquí a buscar al personaje de su próxima novela..¿escritora?wauw, la persona que siempre he querido conocer y que la vida, el destino, o yo misma me he puesto en mi camino.
Ella era como un personaje sacado de una novela dramática en la que chica libre, independiente y atractiva se va a un país budista a intentar olvidar a chico cabrón que le destrozó la vida y allí mismo encuentra el nuevo amor. Bonita historia, con amargo final, como la propia vida, pues ese amor también morirá y se convertirá en otra ruptura. Y así se cumplirá una vez más la ley circular de los desastres amorosos.
Mientras charlábamos acerca de nuestras respectivas profesiones y deseos presentes y futuros, un grupo de adolescentes en plena ebullición se sentó en la mesa paralela. Entre los niños había una pareja formada por dos bebés con granos que no paraban de besarse, mirarse con cara de imbéciles y desearse uno a otro inocentemente. Patético. Era ridículo y me estaba empezando a dar ganas de vomitar así que se lo dije a mi nueva amiga y cambiamos de bar.
Y es que la etapa de la adolescencia no debería de existir, tendríamos que pasar de ser niños a jóvenes adultos en un parpadeo, como ocurre ya a día de hoy con la inexistente transición del invierno al verano, convertida más bien en un salto que olvida la bonita, florida y a la vez alérgica y jodida primavera.
Gritos, granos, histeria colectiva, hormonas estresadas, mala leche, niñería, gilipollez mental, anchas pérdidas de tiempo, ridiculez, vestimenta absurda…etapa digna de tirar a la basura, en bolsa bien cerrada y directamente de casa al camión, para que no huela.
Lo mismo haría con las rupturas. Ojalá pudiera cerrar la bolsa y eliminar en un momento toda la mierda acumulada que ha hecho y que se ha dicho en cortos intervalos de tiempo. Lo peor de todo, es que en esos casos, cuando cambias la bolsa, la nueva la llenas de rencor, rabia, pena, melancolía, frustración, una pizca de baja autoestima y un intento de suicidio. No sé que será peor…si dejar la mierda volando alrededor o encerrarla en esa peligrosa bolsa-bomba que si se rompe lo pondrá todo perdido.

Marie y yo, pues ese es el nombre de mi nueva confidente y futura amiga, fuimos caminando por el paseo marítimo sintiendo la brisa en nuestros rostros, disfrutando del atardecer, de la leve bajada de temperatura que se crea en el ambiente en ese momento y no pudimos evitar nombrar a Walt Whitman, el gran poeta que Marie utiliza como inspiración en sus relatos y que yo eludo cada vez que me doy cuenta de que tengo que disfrutar el momento presente, fluir, sentir e interiorizar. Todo muy natural, como se puede comprobar.

Teníamos muchas en común, sentí que era mi alma gemela francesa hasta que me habló de una historia, que gracias a dios, yo nunca había vivo en mis carnes.

- Llegué aquí hace cinco años y jamás he regresado- dijo con cierto tono melancólico en su voz-.  No he podido hacerlo, es largo de contar y ahora no tengo muchas ganas de hablar de ello.

-¿Por qué? Cuéntamelo ahora, hablemos, se que estas deseando hacerlo- tenía que convencerla de alguna manera, la intriga me hacía imaginar todo tipo de cosas curiosas y necesitaba saber la verdad para dejar de elucubrar absurdarme.

Fácilmente la convencí para que empezara a largar su oculta e inesperada historia.

- No  se si sabías que en Malta el divorcio está prohibido. La gente es muy cristiana, tanto que llegan al radicalismo. Un radicalismo cuya existencia no puedes llegar ni a imaginar en pleno siglo XXI.- comentó Marie con cierta aspereza en sus palabras.

Yo ya había oído algo sobre su cerrada y cuadriculada mentalidad. Pero la verdad es que no pensaba que era algo radical. No tengo ninguna prueba, no he visto nada extraño por el momento.

-Me enrollé con un chico cinco años mayor que yo, John, cristiano, proveniente de una familia del tipo Opus Dei, pero a la vez , distinto aparentemente a este tipo de personas. Nos conocimos una noche en el bar en el que él trabaja. Fuimos a la playa a dar un paseo tras unos cuantos sambucas y allí surgió el amor. Y el deseo. Y con ello mi hija Marita. Nuestra historia quedó ahí, en la arena, pues nada más, como se suele decir, que “fue lo que fue”.Pasaron los días y mi menstruación había desaparecido por completo. Cuando me di cuenta de que estaba embarazada y que no tenía ni un euro para abortar decidí contárselo a John. Tonta de mi, no recalqué en que en Malta, el aborto está legalmente prohibido- su cara era una mezcolanza entre pena y rabia, dolor y lástima hacia ella misma.
-Pero lo peor no fue eso-continuó- si no la cara de John cuando oyó la palabra aborto.  Sentí la furia y el asco en su mirada y ahí me di cuenta de en qué consistía la mentalidad radical.
Se lo contó a toda su familia y entre todos hicieron una criba contra mi. La gente en el barrio que se cruzaba conmigo por las calles, me llamaba “asesina”. ¿Asesina?¡Si ni siquiera había matado al niño todavía!

La interrumpí cortando sus últimas palabras y la dije que qué ocurrió con el bebé.
-La niña vive en casa de su padre. No me dejan verla, ni siquiera puedo recordar su carita, pues hace más de 4 años que no la tengo delante de mis ojos.

-¿Pero cómo es posible eso?¿No puedes denunciar?¿No tienes un abogado?

-Aquí la justicia se la toman por su lado. No puedo hacer absolutamente nada más que aguantar insultos y quedarme en esta tierra, lo más cerca posible de mi hija, para al menos sentir su corazón latiendo cerca del mio. Puede quedar un poco poético esto que acabo de decir- razón no le faltaba- pero es lo que debo y quiero hacer.

¿-Y eres feliz?- pregunté tímidamente.

-¿Es feliz una persona que vive en una tierra de injusticia, a la que todo el mundo mira con ojos de odio, que tiene una hija a la que no puede ni siquiera ver de lejos y cuyo marido es un hombre con el que solamente se acostó una vez y al cual ha de pagar, después de todo, una pensión?

Claramente, no había nada más que decir. Sobraban las respuestas.

domingo, 12 de agosto de 2012

Inocencia a través de la piel



Lo que veo a través de esa mirada del color verde de las hojas otoñales, es absoluta inocencia.
Puede que la carne sea capaz de transmitir muchos de sus pecados e incluso su voz, que muchas veces , antes de denominarla como dulce, pudiera provocarle cierta ronquez en la garganta. Pero en el fondo, en los adentros de ese océano verde lleno de peces, he descubierto algo más sincero, más sano y natural que toda la injusticia que cometió.

 Veo que tiene algo que le transmuta en un chiquillo adorable. Es un delgado cuerpo de niño recubierto de fibras adolescentes y con una mente juvenil en pleno proceso de ebullición madura. Me gustaría nadar dentro de ese mar, bucear a través de su cuerpo y de su mente buscando la sinceridad absoluta, la esencia de su ser , buscando algo que me haga confiar en las personas, que me haga volver a alegrarme por un paseo de la mano por los adentros de esta ciudad, Madrid. Sería capaz de cambiar el significado de la época de los ochenta de la frase “De Madrid al cielo”. Aunque también es cierto que me quedaría con una pequeña parte de ese sentido que tiene la frase relacionado con la heroína. La droga que entró a través de las venas de mis ojos y que me hizo cambiar la forma de mirar a mi alrededor y la forma de sentir en relación a los demás y en relación a mi misma.

Todos tenemos sueños de grandeza cuando dormimos, pero mis sueños se limitan a estar despierta, a abrir los ojos y tener delante la realidad que me gustaría que fuera real. Quisiera continuar con este buen comienzo. No quiero la perfección, pues ya he proclamado que es un concepto de dioses y que ni siquiera estos últimos existen. Ahora busco otras cosas, más naturales y sobre todo, respetables. El respeto si que es un concepto existente que hay que evitar , por encima de todo, atentar contra él.
 Quiero respetar la naturaleza, observar una flor, apreciar su tallo, la clorofila de sus hojas, el verde de sus peciolos y de sus ojos.  Quiero enraizarme en la bola de hilos que forman sus ataduras al suelo. Quiero denudarme y anudarme en ese ovillo de naturaleza, de amor, de unión universal. Pero se que he de hacerlo con delicadeza, pues los seres vivos somos frágiles y es fácil marchitarnos. Hay que tener un cuidado sublime, pues la destrucción está al alcance de un dedo de la mano.

Y sobre todo, quiero ver el sol, buscar mi fuente de vida, eso que me alimente lo necesario para sobrevivir en un campo de cactus y cardos. Quiero su luz, quiero su alimento, quiero echar raíces en él y llegar a ser la planta en flor más bonita del mundo.

lunes, 30 de julio de 2012

Los ruidos del motor del coche


Apago el coche. Me quedo sentada escuchando los ruidos del motor al enfriarse. Me relaja oirlo. Siempre desconecto la radio y me quedo durante unos minutos dentro hasta que deja de sonar. Me ayuda a evadirme de todo lo que tengo en la cabeza, es como una nana para los niños antes de dormirse, una canción psicodélica que me prepara para lo que tengo arriba, en casa. Esta vez la ayuda es superior, hoy tengo el ánimo por los suelos, me siento muy bien ahí sentada,  pero cuando vuelvo en mí todo comienza a desmoronarse de nuevo. Intento alargar la estancia en el vehículo, aquí dentro me siento segura, en una burbuja. Es lo único propio que tengo por el momento, me refiero a este sentimiento y no al coche, que es de mi padre.
Miro el reloj, llevo más de quince minutos alargando la salida. No me atrevo, más bien no me apetece salir de ese momento de paz. Es mi dosis diaria. Cierro los ojos durante unos segundos y no pienso en nada. La calma del garaje me deja en un estado zen que realmente agradezco. Respiro hondo tres veces, disfrutando de estos maravillosos momentos, vuelvo a abrir los ojos y salgo del coche. Mientras abro la puerta de casa noto que me ahogo. Tengo un poco de ansiedad. Me hubiera quedado allá dentro toda la vida, pero no habría sobrevivido más de tres días, así que llega la hora de luchar.

Antes de abrir la puerta del salón veo su reflejo a través de la puerta. Tumbado, como todos los días a las 21:30, hora a la que llego del trabajo. Hoy son las 21:45, me he pasado. Al mirar el reloj cierto nerviosismo ha entrado en mi cuerpo. Pongo la mano en el pomo y en ese instante grita mi nombre. Abro la puerta y le veo mirándome fijamente con cara de pocos amigos y una cerveza en la mano. Así es la mayor parte de los días, aunque en vez de cerveza el vaso suele contener un whisky con hielo. Creo que está borracho.
_ ¿Por qué has tardado tanto?- me pregunta enfadado.
_¿Por qué tienes que beber alcohol cuando el médico te lo ha negado completamente?- respondo yo subida de tono.
 
Me debate diciendo que hace lo que le sale de los cojones (literalmente). Yo también cojo una cerveza de la nevera y me siento a su lado. Él no dice ni palabra. La tele está encendida pero sé perfectamente que no la está viendo. Ni siquiera es capaz de preguntarme que tal mi jornada de trabajo de catorce horas. Ni siquiera me da un beso o me hace una caricia, nada. Me siento un poco confusa y deseo volver al coche y escuchar la tranquilidad, pero no puedo hacerlo, claramente no lo entendería.

_Esta mañana he vuelto a sangrar, he dejado las toallas en la lavadora, pero no la he puesto, más que nada porque no se en que programa hay que ponerla- me dice repentinamente.

_ ¿Has vuelto a sangrar? Entonces mañana debemos ir al médico otra vez. Pediré el día libre y que me lo descuenten de las vacaciones.

_No te preocupes. No quiero ir al médico, estoy harto, además este cáncer me va a matar igualmente, de una manera o de otra, tarde o temprano. No quiero seguir alargando mi vida amargamente- me dice con la misma tranquilidad que yo sentía en el asiento del coche.

La verdad es que, a pesar de haber vivido juntos treinta años yo también deseaba que nuestras vidas dejaran de alargarse amargamente. Mejor dicho, aunque me tomen por dura al decirlo, deseaba que se muriera. 


sábado, 28 de julio de 2012

Buscando palabras

Esto que estas sintiendo ahora, en este mismo instante, esta clase de amor, no es tal…es una simple FANTASÍA. Un momento disfrazado de felicidad máxima, que se va a esfumar en cuanto salgas de mi interior y de estas cuatro paredes. Asi que no me llames amor, no me ames y nunca me digas te quiero, porque este juego puede hacerme mucho mal cuando salgas de aquí. Porque los sueños etéreos por mucho tiempo que pase, nunca se van a esfumar de mi cabeza. No quiero tener un martillo con el que golpearme en momentos de flaqueza, no quiero pensar en lo que puedo haber sido y jamás se dará. No quiero recordar esta habitación y mucho menos recordarte a ti haciendome pasar la noche más intensa de mi vida. Quiero que esta fanstasía se quede aquí, revuelta entre las partículas de aire de esta habitación. Que no salga, más que a través de la ventana y en forma de alaridos de placer. Solamente quiero que mis carnes lo recuerden y que mi corazón deje de latir fuerte, simplemente quiero vivir este momento. Sin preguntas, sin respuestas, sin tormentos. Quiero un adios sin pena, sin lágrimas.

Muchas habitaciones, distintas camas, olores y caricias en mi piel. Noches de eterna juventud y llamas que con el alba no mueren , si no que se avivan aún más hasta la noche siguiente. 
Siento que al atravesar esa puerta algo muere en mi porque se que estas horas que hemos pasado juntos son inigualables. Se que el hasta luego no existe, es mentira, hay que aprender a decir adios.

Los dos estaban sentados en el sofa, uno en frente del otro, completamente desnudos. No había palabras, tampoco eran necesarias, las miradas y los entrelazamientos de manos eran suficientes para transmitir lo que querían decirse. Sus ojos expresaban su dolor, le hablaban del pasado, de un amor ya olvidado, que en esa cálida noche de mayo volvía a reencarnarse en fuego y que se apagaría al alba, en el mejor momento del día.

viernes, 20 de julio de 2012

El parque de atracciones

 De pequeña, una de las cosas que más ilusión me hacía, era ir al parque de atracciones. Este acto triunfal se llevaba a cabo una vez al año, o cada dos años, dependiendo del nivel salarial familiar. Para una niña, el tiempo pasa muy lento, se arrastra como una tortuga y la llegada del verano se hace tan interminable que cuando aparece, no logras discernir el sueño de la realidad.
Y es que de pequeños la vida es como un sueño maravilloso, como un paraíso fiscal en el que te puedes tirar a la bartola en una playa del Caribe mientras el resto soluciona los problemas por ti. Me gustaría volver a ser pequeña, o bueno, aún mejor, vivir en una playa del Caribe.

El primer recuerdo que tengo del parque de atracciones es aproximadamente de cuando yo tenía unos ocho años. Era una tarde de verano. Una de las primeras, desde que el sol empezó a quedarse en el tejado, en las que no había dado el coñazo a mis padres con : “quiero ir al parque de atracciones, quiero ir al parque de atracciones, quiero ir al parque de atracciones” etcétera, etcétera, etcétera. Era muy insistente (en algunos ámbitos de mi vida sigo siéndolo) , pero esa insistencia no servía más que para gastar saliva, quedarme seca y…”quiero una coca-cola, quiero una coca-cola, quiero una coca-cola…pues toma un vaso de agua…”.

Esa tarde veraniega mi hermana mayor y mi madre se habían ido de compras, esa acción tan aburrida cuando tienes 8 años, tan divertida cuando tienes 18 y tan escasa cuando tienes 25 y te cambia la mentalidad (y el bolsillo).
Estaba en el salón con mi padre y me dijo que me vistiera, que íbamos a visitar a un buen amigo suyo. Mi padre no tenía amigos en la ciudad porque llevaba poco tiempo en ella, así que eso de la visita me sonó un poco raro. Subimos al coche y el camino comenzó a hacérseme largo, tan largo que me quedé dormida. Noté que aparcaba y  paraba. Escuché a mi padre diciendo que ya habíamos llegado. Abrí los ojos y vi la entrada del parque de atracciones. Creo que fue uno de los mejores momentos de mi infancia y no digo el mejor, pues ese fue cuando fuimos a Disneyworld, Florida, que por supuesto, no tiene nada que ver con el parque de atracciones de Madrid, pero tampoco tiene el mismo encanto que tiene el nuestro (en su momento, claro, cuando eres bajita e inocente).

Una de las cosas absurdas que más me ilusión me hacían era la compra de la entrada , y no me refiero al acto capitalista en sí, Satán me libre, si no que, me gustaba un montón la pegatina de colores pastel que te daban en la entrada y que todo el mundo se pegaba en la mano cogiendo agua de la grandísima fuente, llena de papeles de pegatinas. Esa pegatina la llevabas durante, incluso semanas, si lograbas convencer a tu madre de que no te frotara la mano con la esponja o de que tus manos estaban completamente limpias tras el pastel de chocolate, las chapas en la arena o los juegos de comiditas con plastelina. A mi la pegatina me duraba un par de días, a lo sumo. Eran tan estrictos con la limpieza, que por eso ahora mi sistema inmunológico está por los suelos.

Recuerdo que una de mis atracciones favoritas con esa edad( y lo sigue siendo con la actual, pues no han cambiado ni un milímetro la misma, yo creo que ni siquiera han limpiado a los muñecos desde entonces..) era La jungla. Te montabas en una barquita de madera  e ibas recorriendo un “río” (a mi me recordaba al Amazonas), pasando entre rinocerontes,  cocodrilos  (cuando abría la boca , me cagaba) o serpientes. El olor a humedad era significativo e indescriptible. De hecho, casi veinte años después, sigue oliendo igual. No se por qué, pero ese olor, me causaba intriga y misterio. Recuerdo que durante las tardes de invierno, soñaba con ese olor y con esa atracción. La repasaba mentalmente, vagueando en los pocos recuerdos y fantaseando con sus animales “de mentira”. Aún me sigue resultando extraño el seguir recordando cosas que pasaron hace veinte años y más aún, el poder “oler” esos recuerdos.

Cuando llegas a la adolescencia y empiezas a ser “independiente” llega el día en el que puedes ir al parque de atracciones con tus amigos y esto se convierte en toda una aventura. ¿Quién no se ha puesto nerviosa cuando dos de tu grupo de amigos se atreve a subir a la atracción más fuerte? Era como si se convirtieran en héroes y sufrías por ellos. Les mirabas pasar a toda velocidad subidos en ese “peligroso” cacharro, oías sus gritos y cuando bajaban ibas corriendo a recibirles y a preguntarles que si están bien. Ahora todo esto me parece francamente divertido y ridículo a la vez.
La verdad es que cuando eres adolescente, por decirlo de alguna manera formal, eres imbécil, ¡pero mola!

La verdad es que me sigue haciendo ilusión ir al parque de atracciones, pero no es lo mismo... Debe de ser porque lo tengo todos los días alrededor mía y porque vivo en una constante montaña rusa, imparable, en la que a veces te mareas, y en la que otras veces disfrutas con toda la euforia y adrenalina que llevas dentro. Con la alegría del vivir y el misterio del qué vendrá.


jueves, 12 de julio de 2012

Misantropía en la bañera.


Y por fin me encuentro en el sitio en el que quiero estar, en la bañera. Llegó mi ansiado momento de relax del día. Espuma, un cigarrillo y él. Me encanta contarle las anécdotas del día mientras me  deshago echando humo por la boca que a veces se convierte en fuego de heridas superficiales.

Hoy llego a casa bastante triste y desanimada. Miro a mi alrededor y solo pasan cosas malas que me obligan a apreciar con algarabía los pequeños y bonitos detalles del día a día.
¿Qué está pasando en el mundo?¿Qué son estos aires de ira y maldad?¿De dónde salen estos malditos gobernantes que están destrozando mi país y a su gente poco a poco?
Creo que estamos yendo hacia atrás en vez de evolucionar hacia delante. Tenemos coches, aviones, nuevas tecnologías para hacer la vida más cómoda, pero lo que realmente nos están quitando es la propia vida.
Y a ti , tú que tienes trabajo, que ganas una fortuna, que tienes tres coches y dos casas en la playa también te están quitando la vida, te la estas quitando tu solito con toda la basura material que te rodea y la poca belleza interna que te queda. Y es que el egoísmo humano es mordaz. El yo miro para mi culo y no para el de los demás está empezando a verse a cada paso que damos y no, no es envidia, es más bien tristeza y ansiedad.
 A su vez  nos están dejando sin futuro y a su vez esto nos deja desnudos ante la maldad provocada por esos míseros seres que se hacen llamar humanos.
Creo que cada día, poco a poco, voy perdiendo la poca fe que tengo en la humanidad. Lo veo todo negro, pero es que el aire es completamente tóxico en mi país.
Me duele ver todo lo que veo, me frustra lo que tengo a mi alrededor. De pequeños nos dijeron que todo sería más fácil y que el ser humana era grandioso y capaz de cualquier cosa. Nos lo ponían como si fuéramos dioses y no se daban cuenta de que al final todos vamos a morir y a terminar en el mismo sitio, con el mismo sino.
Últimamente considero a los humanos demonios disfrazados, seres envalentonados llenos de ira, celos y rabia. Seres capaces de matar a sus hijos y esposas, capaces dar porrazos a personas de sesenta años…pero qué está pasado?¿qué coño está pasando? Están destruyendo todo lo que habíamos creado con amor.
El mundo está volviéndose loco, el hombre está transformándose en todos los males que lleva en el fondo de su ser. Estamos interpretando una comedia de burlesque absurdo en la que insectos sin alas se creen los dioses del universo.

El otro día una amiga me dijo que mientras tomaban algo en un bar se le acercó un chico de raza negra a hablar. Ella continuó la conversación y ambos se contaron historias que hacia tiempo que no nombraban . Cuando se fueron a despedir tras un diálogo, sin más , y ojo, sin menos, pues hoy en día cada vez es más difícil, él le dijo: “Gracias por escucharme. Es la primera vez en seis meses que alguien conversa conmigo. Todo el mundo me echa de su lado y no me hablan porque soy negro y visto mal.”
No tengo palabras ante esto, solo lágrimas.
La gente tiene un problema en la cabeza y es que no se dan cuenta, repito,  de que todos, absolutamente todos vamos a morir y a terminar de la misma manera y que tan solo somos minúsculas hormigas en un universo infinito.


Supongo que nos lo tenemos merecido, por ser una plaga destructora, pero a su vez hay seres maravillosos que no se merecen todo lo que está pasando. A veces se cruzan en tu camino personas especiales, como mi compañero de bañera,  solo tienes que intentar caminar a su lado el mayor tiempo posible, si no, eres completamente IMBÉCIL…


martes, 10 de julio de 2012

"Hola"


El timbre sonó, dejé la carne en el horno, me quité el delantal, abrí la puerta y volví hacia la cocina, me di cuenta de que había dejado el fuego muy alto y el asado de cordero ha de cocinarse con mesura.

-¿Alba? Hola.

Me di la vuelta y ahí estaba él, fue como una especie de aparición en medio de la nada de mis sentimientos. En frente mía, a dos metros de mi , en la puerta de mi casa. No podía creerlo, pero era real. Traté de calmar los latidos de mi corazón y respirar hondo como si realmente su presencia no me hubiera revuelto el corazón por completo. Por supuesto, no quería que se diera cuenta de mi estrépita impresión. Vamos, rápido, Alba, piensa cómo reaccionar ante esta baza que te juega la vida. Había abierto la puerta demasiado rápido y …¡Era el hombre de mis sueños y de mis pesadillas!( una gran diferencia si lo comparamos con la rutinaria visita de  mi hermana). Seguía callada, los segundos iban pasando y solo me focalizaba en su mirada, en aquellos ojos brillantes y azules que me poseyeron en aquellos tiempos. Ahora trataban de hacerlo de nuevo, su sonrisa de inocencia (ja!¿inocencia? Maldita falsa inocencia), me hicieron reaccionar ante mis pensamientos que se dividían entre :
1) una sensación de rabia y asco mezclada con dolor.
2)Tremenda alegría al ver que había venido hasta mi de nuevo, por alguna razón que aún desconocía.

Mi mente se balanceaba a toda mecha entre las dos opciones, la primera: quiero abrazarle, pero a la vez desearía darle un bofetón.¿Pero cómo se atreve a aparecer así de repente y volver a desvirtuarme todo mi mundo?…¡Será cabrón! Siempre ha sido un maldito egoísta..Aunque por otra parte, parece que está más guapo que antes y mira con que paz me está mirando….
Me quedé paralizada, no reaccioné hasta que vi que sus labios se estaban entreabriendo para decir algo y antes de que ese momento se produjera me aproximé a él , agarré el marco de la puerta y la cerré contra su cara dando un buen portazo.

Aquella mañana justamente estrenaba un nuevo vestido negro que me había comprado el día anterior. Negro, el color del luto, del duelo, de la pena. Por el contrario, él apareció vestido con unos jeans y una camiseta de un amarillo tan chillón que clamaba a gritos la esperanza, el perdón y la reconciliación. Pero, ¿realmente, a que había venido a mi casa? ¿Qué estaba buscando? y lo más importante de todo…¿qué sentía? Como sabía que no iba a poder soportar la intriga durante ni siquiera un día, decidí que lo mejor era abrir la puerta y ver que ocurría.
Así que eso hice.
Una sonrisa enmarcaba toda su boca, sabía lo que estaba pensando: “no ha cambiado nada, sigue desquiciada, casi me rompe la cara con la puerta” así que mi mirada se volvió turbia y volví a estamparle la puerta en las narices.

-Alba, por favor, abre la puerta, tengo que hablar contigo. Haz las cosas bien por una vez.
-¡Por una vez!-contesté enfurecida-¿Haz las cosas bien por una vez?- grité al mismo tiempo que abría, de nuevo y con rabia esta vez la puta puerta.
-¿Asi que soy yo quien tiene que hacer las cosas bien?¿Fui yo la que estaba en la cama con otra persona cuando la noche anterior me habías rogado que me fuera contigo a vivir y formar una familia allí ? venga, ¡no me jodas!
-Por favor Alba, vengo en son de paz, no quiero discutir, no he llegado hasta aquí para recibir portazos en la cara.

-Nadie te pidió que vinieras.
Su expresión me señalaba que estaba empezando a perder la paciencia así que me calmé, le dije que entrara y que me dijera todo lo que había venido a decir.

Y con un par de narices dijo: Te quiero, Alba. ¿Quieres compartir tu vida conmigo, esta vez de verdad? Solo dime si o no, si la respuesta es no, te dejaré para siempre.

¡¡¿Quéeee?!! Algo dentro de mi saltó como una goma elástica que lleva anudada mucho tiempo, tuve una mueca estomacal muy graciosa y me sentí liberada., De repente, encontré el sentido a todo así que no tuve más remedio que sonreir, abrir la puerta y pedirle con amabilidad que se fuera y que no volviera nunca más. 

A continuación, me dirigí al baño, me quité mis ropas lúgubres, me metí en la bañera, salí de ella, me comí mi asado en su punto y no hice otra cosa más que descojonarme, de él y de la vida en general, que es una maldita comedia.



jueves, 5 de julio de 2012

...Y él salió del agua

…Y él salió del agua. Tumbada en la ardiente arena blanca, a pocos metros de la orilla observaba al detalle como las pequeñas gotas  se envolvían por todo su cuerpo y se desplazaban hacia los bajos con una sensual sutileza y cosquilleante lentitud. Los montículos de agua estaban deseosos de  resbalarse y recorrer todas las partes de su cuerpo. Desde mi toalla sentí un sol aún más abrasador…
Él se dirigió hacia mí con una mirada húmeda y chispeante. Yo me tumbé boca arriba e hice como si no le hubiera visto.
En pocos segundos mi cuerpo sintió un fogoso placer. Se tumbó sobre mí con su cuerpo helado creando una reacción de 0 grados en ambos torsos. Una temperatura perfecta, placentera para mí, ya que mi talle desprendía llamas y caliente para él que temblaba por las frías aguas atlánticas. Fueron unos minutos demasiado agradables…
Al momento vacilamos con la arena y nos pusimos en pie dirección al bar que estaba a pie de playa. Desde allí disfrutamos de una maravillosa puesta de sol que creó una temperatura perfecta en el ambiente, como una reacción entre dos pieles que se aman, que  se corresponden, que se  reparten mutuamente, que se abrigan ante los problemas y se calientan con tan sólo un roce de pieles.  

jueves, 28 de junio de 2012

La señorita Deseo

La señorita Deseo salió del bar del Boulevard de los Capuchinos con una embriaguez digna de cualquier vagabundo que ha perdido la visión del mundo y se refugia en su cartón de vino infectado de sueños de vidas felices que ocurrieron hace mucho tiempo o que quizás tan solo son retazos de sueños que jamás se realizarán.
Al bajar la calle que lleva al Montmartre repentinamente se le ocurrió la idea de acabar con las penurias su vida.
Tras pasar varios cruces de caminos decidió que lo perfecto era tirarse al río con piedras en los bolsillos de su lujoso y sucio vestido. Es decir, suicidarse de la misma forma que lo había hecho décadas atrás una de sus escritoras más admiradas, Virginia Woolf.
Lo único que ella había querido en su vida le había abandonado por una puta del tres al cuarto que no valía más de tres francos la hora.
No deseaba seguir viviendo, no tenía esperanza, sabía que no podría seguir adelante con tan solo su recuerdo. Ya lo había intentado antes y esto le produjo una amputación del brazo izquierdo al intentar cortarse las venas con una máquina de la fábrica de fiambres de su tio.
No estaba dispuesta a sufrir más, esta vez él no volvería arrepentido, estaba segura.
Y tampoco podría aguantar 1 espera de más de dos años, como la vez anterior.
Llegó al lugar en el que las corrientes del río eran más salvajes y la conseguirían arrastrar hasta el mar para que nadie encontrara su cadáver y el jamás conociera la desgracia.
Buscó piedras y las fue introduciendo tenebrosamente en sus bolsillos. A la vez que realizaba esta acción su borrachera fue bajando progresivamente grados y más grados y comenzó a despertar de la pesadilla que había estado acechando su mente durante esa noche.
Empezó a amanecer. Iba a ser un caluroso día de verano. Ella adoraba el verano, era su estación favorita. El ambiente olía a flores y sexo, olía al olor de la juventud que tanto añoraba pero que tanto había disfrutado.
De repente se miró a sí misma y se quedó ensimismada en sus pensamientos.
Al minuto esbozó una gran sonrisa.
Después como si una mariposa se hubiera posado sobre su piel empezó a reirse a carcajadas. Rió fuertemente y con ganas verdaderas. Se rió de si misma, se rió de él, se rió del desamor y de las tonterías que se pueden llegar a hacer cuando 1 persona que amas abandona tu vida.
Se rió de todo y de la nada.
Se quitó su mascara de sufridora y caminó calle abajo disfrutando del olor del verano y sintiéndose orgullosa de si misma, más que nunca en su vida….

miércoles, 27 de junio de 2012

Me hago uno y nos vamos


-Está empezando a anochecer. Me hago uno y nos vamos ¿vale? Quiero llegar a casa antes de que la pequeña se vaya a la cama. No la vi en todo el día- dijo Ella mirando a su amiga.

Cuando Ella nombró a “la pequeña” se refería a la hija de su hermano. Desde que esta nació hace tres años habían vivido los cuatro en la misma casa. La cuarta persona era su cuñada.
Los padres había fallecido años atrás en un mordaz accidente de tráfico y Ella y su hermano habían sobrevivido juntos en la casa familiar.

-Me voy a ir de esta ciudad. Estoy ahorrando todo lo que gano para desaparecer de aquí durante un tiempo. Las cosas están muy mal, no hay futuro…- afirmó.


Sentadas en la colina del parque de al lado del bloque de edificios donde Ella y su amiga Cristina habían vivido desde la infancia miraban a lo lejos las sierras desnudas bajo el sol de Junio.

-Yo estoy intentando buscar un trabajo para este verano y también quiero irme, no se adonde pero aquí ya estoy harta de estar. Siempre es lo mismo, la misma gente del barrio, los mismos coches, los mismos capullos…-dijo Cristina con un punto de simpatía.

-Sí es cierto, Cris, es cierto- musitó su amiga.

Ella estaba terminándose el canuto en silencio. El sol empezaba a bajar, de frente a la montaña. El ambiente era cálido, sin ruidos, se olía cierto miedo mezclado con una tranquilidad engañosa. Cristina le pasó el mechero a su amiga y esta le pasó el cigarro, como un gesto de amabilidad.

-¿Sabes Ella? Creo que todo esto es un puta mierda. Me refiero a la vida, al crecer y todas estas cosas en general. Creo que no sirve para nada y que cuando muera todo habrá terminado- dijo segura de sí misma.

-Ya…¿pero para qué pensar eso no? Me refiero…vamos a vivir, a dejar de amargarnos ,que para eso estamos aquí- repuso Ella.

-Cada vez lo veo todo más absurdo. Todo. Empezando por la humanidad, es ridículo ¿me entiendes? Guerras, religión, hambre, payasos políticos, corrupción, celos, envidias, la fugacidad del tiempo, enfermedades, mierda, mucha mierda- dijo Cristina.

-Pues si todo es ridículo, ¡ríete y tómate la vida como una comedia!- respondió Ella.

- El problema es que yo no tengo sentido del humor y a mi la vida me parece un drama comercial- dijo Cristina con cierta tristeza y le dio la última calada al porro.

-Puedes cambiar eso- dijo Ella tratando de animar a su compañera.

-Pronto lo haré...ya te he dicho que me iré dentro de poco…- contestó Cristina con absoluta firmeza.

Ella la miró sintiendo una angustia dentro de su cuerpo, en lo más profundo, pero la vio tan plena, tan segura de si misma, tan transparente que no pudo contestar a su frase afirmativa; así que simplemente miró hacia el frente y deseó no perder la esperanza jamás.

El sol se puso, se subieron a sus bicis y pedalearon despacio hasta llegar a casa, sin prisa, con mucha tranquilidad, pues no era necesario llegar tan pronto al final.



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